Beneficios de los árboles en las ciudades
En República Dominicana la acelerada desforestación nos dice que los dominicanos ignoramos la importancia de los árboles para la vida y que en nuestro país no se cumplen las leyes.
La escuela ha sido incapaz de enseñarnos que los árboles son un valioso recurso ambiental que nos aportan múltiples beneficios, siendo componentes imprescindibles de un ecosistema saludable.
Está demostrado el papel fundamental que desempeñan los árboles en la naturaleza y los servicios que aportan a las personas y los seres vivos en general, cumplen funciones insustituibles para la vida y bienestar de las personas. Constituyen el hábitat de diferentes especies de animales y plantas, son fuente de alimentación, medicinas, fibras, entre otros bienes naturales; purifican el aire, desarrollan funciones claves para que la atmósfera sea respirable, retiran de la atmósfera los olores y gases contaminantes como el óxido de nitrógeno, el amoníaco, el dióxido de azufre, entre otros causantes de múltiples enfermedades como tumores malignos, degradación de las células y envejecimiento prematuro.
Mediante la fotosíntesis, el proceso químico más importante en la Tierra, mediante el cual los árboles elaboran la clorofila, absorbiendo el dióxido de carbono (CO2) presente en la atmosfera, fijando carbono y liberando oxígeno, esencial para la respiración de los seres vivos.
De forma inversa con la destrucción de los árboles se libera el carbono hacia la atmósfera, agravando el problema del cambio climático.
Debemos entender a los árboles como una parte de la infraestructura urbana que trae muchos beneficios a las personas y a la biodiversidad
Los árboles de nuestras ciudades desempeñan un papel de suma importancia, vital en la salud de los habitantes de las mismas.
Por los altos beneficios ambientales y valores estéticos; que aportan los árboles en las ciudades, la Organización Mundial de la Salud recomienda que las ciudades tengan al menos nueve metros cuadrados de zonas verdes por habitantes y un árbol por cada tres.
Un arbolado urbano diverso, sano y bien gestionado ofrece un sinnúmero de servicios ecosistémicos.
Son necesarios 22 árboles para suplir el requerimiento de oxígeno de una persona. Un árbol puede absorber hasta 150 Kgs. de gases tóxicos al año, mejorando la calidad del aire mitigando el efecto invernadero y sus nefastas consecuencias.
Nos protegen del sol y nos refrescan. Gracias al vapor de agua que liberan a través de sus hojas, a la sombra de un árbol la temperatura del aire puede ser menor en 5.4º C, que en lugares descubiertos.
Una ciudad con gran cobertura arbórea está mucho más protegida del calor del sol, llegando a disminuir su temperatura hasta 5ºC.
Las ramas, las hojas y troncos de los árboles amortiguan el impacto de la lluvia y el viento.
Actúan como una especie de esponja que capta y filtra naturalmente el agua para alimentar los cuerpos de agua subterráneos.
Disminuyen la contaminación acústica, sirven de albergue y alimentos a un gran número de especies animales y vegetales. Los árboles evitan la erosión de los suelos, gracias a sus raíces, que profundizan en el mismo.
En la actualidad, nuestro arbolado urbano recibe un manejo deficiente que va desde las malas prácticas de podas, mal manejo fitosanitario o sanitario.
La falta de espacio edificable provoca que antiguas áreas dedicadas a ser patio de viviendas son edificadas.
Por causas diversas personas y entidades; proceden a realizar podas que no siempre son realizadas de acuerdo a patrones científicos, ni por personal capacitado.
La poda es una agresión al árbol, aunque en ocasiones por causas justificadas; se tiene que recurrir a ella.
Hay que tener presente que una poda mal realizada puede llevar el árbol a la muerte, afectando nuestra salud seriamente y comprometiendo el valor del patrimonio forestal urbano.
Es clave que la decisión de realizar corte o poda de un árbol sea evaluada, autorizada por expertos en la materia y ejecutada por personal capacitación en poda y manejo del arbolado urbano; que le permitan usar técnicas y prácticas adecuadas, que afecten lo menos posible, la salud del árbol.
La pérdida del arbolado nos está perjudicando a corto y a largo plazo, poniendo en riesgo nuestra propia supervivencia, y si no hacemos nada, el planeta se quedará sin sus pulmones.
Sobran razones para valorar, cuidar y proteger los árboles; haciéndolo, garantizamos no solo una mejor calidad de vida, sino la vida misma.
Es hora de tener como misión recuperar, conservar y gestionar el arbolado urbano, como contribución al bienestar ciudadano. Cada vez se hace más necesaria el establecimiento de una relación de armonía y respeto hacia la naturaleza.
Debemos construir una cultura de cuidado y mantenimiento de los árboles. Para ello es fundamental que los ciudadanos seamos conscientes del valor e importancia de estos, impulsándonos a protegerlos
Acciones como campañas de sensibilización y concienciación ciudadana sobre los problemas ambientales e incorporar la educación ambiental al currículo escolar pueden marcar la diferencia para que la gente se constituya en amigos y defensores de los árboles.
La ciudadanía debe Establecer una relación armoniosa y provechosa con los árboles, velar para que las autoridades; en especial los cabildos, que son los responsables del cuidado y manejo del arbolado urbano; desempeñen a cabalidad la función de ser guardianes de este bien patrimonial y garanticen las condiciones necesarias para que el arbolado urbano continúe prestando los servicios ambientales que tanto incide en nuestra salud y bienestar.
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