jueves, 30 de junio de 2011

Hallado el ojo más antiguo Un artrópodo de hace 515 millones de años veía mejor que un cangrejo actual

Hallado el ojo más antiguo

Un artrópodo de hace 515 millones de años veía mejor que un cangrejo actual


Publico.es
Hace centenares de millones de años, cuando la vida en la Tierra se metamorfoseaba, un bicho similar a una langosta se quitó la ropa en el fondo del mar, como hacen con su piel las serpientes actuales. Antes, probablemente, echaría una mirada a su alrededor y vería a alguno de sus vecinos: desde los famosos trilobites, emparentados con los cangrejos, alAnomalocaris, el tiburón de la época, con casi un metro de longitud y un rostro en el que parece tener clavados dos langostinos. El bicho del striptease los vería perfectamente, gracias a un ojo compuesto por 3.000 lentes, cada una de ellas equivalente al píxel de una foto.
Unos 515 millones de años después de aquella escena, en 2008, en lo que hoy es el sur de Australia, un español desenterró el fósil de aquella muda abandonada. Su estado de conservación, gracias al lodo que la sepultó, es excepcional. Corresponde a "los ojos más complejos y más antiguos del mundo", según su descubridor, Diego García-Bellido, investigador del CSIC.
Su agudeza visual ha sorprendido a los científicos, capitaneados por el australiano John Paterson. En un tiempo en el que "ver o no ver era la diferencia entre la vida y la muerte", este bicho, perteneciente a una nueva especie sin bautizar, miraba al mundo con 3.000 lentes, 35 veces más que un trilobites y tres veces más que un cangrejo cacerola actual. Para García-Bellido, esto es lo insólito. La vida animal acababa de echar a andar25 millones de años antes, una nadería en términos evolutivos, y esta especie de langosta ya poseía un ojo "perfectamente homologable" a los de un artrópodo actual.
El trabajo, publicado hoy en la revista Nature, demuestra que la visión era extremadamente compleja desde el mismo nacimiento de la vida animal, poco después de la explosión cámbrica, cuandoaparecieron, de repente, todos los grandes grupos de animales modernos. Para García-Bellido, los ojos hallados en Australia son la prueba de la habilidad de la selecciónnatural planteada por Darwinpara fijar en un pispás adaptaciones muy eficientes.
La complejidad de estos ojos, recuerda el investigador, es también un espaldarazo a las teorías del zoólogo Andrew Parker, de la Universidad de Oxford, que desde 2003 defiende que el origen de la explosión cámbrica fue, precisamente, el desarrollo de la visión de los depredadores. Como defensa, el resto de animales se dotó de partes duras, lo que explicaría su aparición repentina en los yacimientos de fósiles de aquella época.

martes, 7 de junio de 2011

Un hallazgo en el yacimiento georgiano de Dmanisi sugiere que los humanos evolucionaron a partir de especies asiáticas y no africanas como se creía


El mono que salió de África y volvió 'hecho un hombre'

Un hallazgo en el yacimiento georgiano de Dmanisi sugiere que los humanos evolucionaron a partir de especies asiáticas y no africanas como se creía

MANUEL ANSEDE MADRID
Publico.es

David Lordkipanidze (derecha) posa con una recreación del Homo georgicus'. museum.ge
Durante casi un siglo, los libros de texto han contado una historia épica. Tras millones de años de evolución, la vida en la Tierra habría desembocado, en una de sus ramas, en elHomo erectus, un ser humano con un cerebro suficientemente desarrollado como para armarse con un arsenal de piedras para salir, por fin, de África, la supuesta cuna de la humanidad. El erectus habría sido el José Antonio Labordeta de la evolución humana, el viajero que colonizó el mundo, que puso un continente, Eurasia, en su mochila y dio lugar a otras especies humanas. Entre ellas, por qué no, el Homo sapiens: usted.
Esta epopeya, repetida como un mantra, era mentira. Un agujero vertical en la tierra, una cata en el melón del yacimiento de Dmanisi (Georgia), ha destapado un conjunto de piedras trabajadas, inequívocamente por humanos, hace 1,85 millones de años. El descubrimiento, que se publica hoy en la revista PNAS, convierte en 80.000 años más viejos a los habitantes de Dmanisi, cuyos primeros fósiles fueron hallados en 1991 y estaban datados en 1,77 millones de años.
Durante un siglo se pensó que el 'Homo erectus' colonizó el mundo desde África
El salto hacia atrás en el tiempo no es baladí. Aquellos humanos, clasificados como Homo georgicus, vivían en lo que hoy es el Cáucaso antes de que los Homo erectus salieran de África. De nuevo, hay que reescribir la evolución humana. Para el paleontólogo Jordi Agustí, uno de los autores del hallazgo, se veía venir. "Hace entre 1,8 y 1,7 millones de años, las condiciones climáticas no eran muy buenas. Hacía mucho frío en el norte y había sequía en las bajas latitudes. No era el mejor momento para atravesar zonas desérticas, para salir de África", explica.

"Ahora queda claro"

La fuga hacia Asia tuvo que producirse antes, hace alrededor de dos millones de años. Y debió de tener otro protagonista: el Homo habilis, un ser mucho más torpe que el erectus. Tan zote que en los últimos años buena parte de la comunidad científica ha querido descabalgarlo del género Homo, del que sólo quedamos vivos los humanos modernos, y clasificarlo como australopiteco, casi como si fueran monos.
El 'Homo georgicus' ya pululaba por Dmanisi hace 1,85 millones de años
Con las piezas que hay ahora sobre la mesa, el puzle de la evolución humana ofrecería esta imagen: el Homo habilis (oAustralopithecus habilis) habría salido hace unos dos millones de años de África y ya en Asia habría dado lugar al Homo georgicus, que habría desembocado en el Homo erectus, que a su vez habría vuelto a África rebautizado como Homoergaster, hace 1,6 millones de años, según detalla Agustí. Los primeros fósiles desenterrados en Dmanisi ya apuntaban a este recorrido por el planeta. "Ahora queda claro", asegura Agustí, del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social.
La otra posibilidad, argumenta el investigador catalán, es mucho más difícil de sostener. La comunidad científica acepta que Homo erectus, en Asia, y Homo ergaster, en África, eran la misma especie. Si la hipótesis del Homo georgicus se desmorona, el Homo habilis tendría que haber dado lugar, de manera independiente, al ergaster en África y al erectus en Asia. En la evolución, este salto vendría a ser como un triple mortal con tirabuzón.

Bajo las bombas

Los habitantes del yacimiento apenas levantaban metro y medio del suelo
La paleoantropóloga María Martinón-Torres, que no ha participado en este estudio, ve en el nuevo hallazgo un empujón a una hipótesis que se resiste a calar en la comunidad científica: que el ser humano, el género Homo, no surgió en África, sino en Eurasia. "Los Homo georgicus tienentodas las características cronológicas, morfológicas y geográficas para dar lugar a todas las demás especies del género Homo que se conocen", afirma con rotundidad. Según este relato, el habilis habría salido de África como un mono y habría vuelto hecho un hombre.
Martinón-Torres, del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, en Burgos, lleva desde 2002 participando en las excavaciones de Dmanisi. En 2008 tuvo que abandonar el país a la carrera cuando Rusia comenzó a bombardearlo. A su juicio, los restos hallados en aquella encrucijada entre Europa, Asia y África representan al principal candidato a primer representante del género Homo, al primer humano. David Lordkipanidze, el jefe de las excavaciones y coordinador del nuevo estudio, es más escéptico. "No es descartable, pero hacen falta más pruebas", señala.
Según Martinón-Torres, no obstante, las piezas encajarían ahora perfectamente. LosAustralopithecus habilis, hace dos millones de años, ya comían carne. El abandono de una dieta basada en frutos habría sido trascendental. El enrevesado estómago, adaptado a digestiones complicadas como puede ocurrir hoy con las vacas, se reduce y se optimiza. El cerebro empieza a desarrollarse con la energía sobrante. Y aún más importante: "Al hacernos carnívoros nos hacemos libres. Nuestro alimento se mueve, no está quieto. Y nosotros también nos podemos mover", añade la paleoantropóloga, miembro del equipo que rastrea los yacimientos burgaleses de Atapuerca. El australopiteco, libre, habría echado a andar fuera de África. Y, por el camino, dio lugar al Homo georgicus y este a todas las demás especies conocidas. "Es lo mismo que defendemos con el Homo antecessor de Atapuerca, que no se originó en África, sino en Eurasia", remacha Martinón-Torres.

Una fábrica de especies

Jordi Agustí asiente. "El Homo georgicus es, por lo menos, el primer representante del género Homo reconocible", aclara. Aquellos seres que apenas levantaban metro y medio del suelo, con sólo 600 centímetros cúbicos de capacidad craneal frente a los 1.400 de los humanos actuales, serían los tatarabuelos de todos los demás. "Conocemos muy mal el esqueleto del Homo habilis, pero con lo que sabemos podemos decir que era más parecido a los australopitecinos", destaca Agustí. Aquellos brazos eran desproporcionadamente largos como para ser humanos, según muchos investigadores.
Este verano, la cata en la que han aparecido los útiles de piedra se convertirá en una excavación en toda regla. Allí pueden aparecer algunas de las pruebas que reclama Lord-kipanidze. "Si hemos encontrado la industria lítica, deberían de aparecer también los fósiles", barrunta Agustí. Bajo el suelo de Dmanisi están las evidencias de que Eurasia fue, quizá antes que África, una fábrica de especies humanas.

"Los georgicus eran como hienas"

El principal candidato a primer representante del género Homo era un animal carroñero. "Los ‘Homo georgicus' se alimentaban de presas abatidas por otros. Eran como hienas", subraya Jordi Agustí, del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social. Pese a su reducida capacidad craneal, 600 centímetros cúbicos frente a los aproximadamente 1.400 de los humanos modernos, los investigadores han descrito comportamientos muy humanos en esta especie, que habría vivido en la actual Georgia hace 1,8 millones de años. En el yacimiento de Dmanisi se encontró una mandíbula de un individuo desdentado. De alguna manera, aquel ‘Homo georgicus' sobrevivió durante meses sin una de sus principales armas en el mundo: sus dientes. Paleoantropólogos como Agustí y Martinón-Torres ven aquí un más que posible "comportamiento solidario". Para Agustí, aquel desafortunado desdentado "tuvo que ser alimentado por el grupo" para salir adelante.