martes, 22 de febrero de 2011

Te recordará la Aurora , cuento de Carlos Checo

CASA DE CAMPO Lienzo Óleo Paisaje

Te recordará la Aurora 

Carlos M. Checo

Como todas las tardes,  cuando comenzaba a refrescar, Pepe llama a su hijo.
El niño con el pecho al aire viene subiendo la cuesta, en la mano un lazo, en cuyo otro extremo está amarrada  la vaca que Pepe le compro al vale Luis hace tiempo, siguiéndole a los dos juguetón, viene pinto, el becerro que nació antier.

Pepe con voz apurada le increpa al niño, en tono dulce pero  firme: ¡Apúrese Toño, dese rápido que tenemos que hablar!
El niño corre, entra la vaca en la cerca y acude al llamado.

¡Dígame papá!

Pepe alzó la vista y proyectó sus ojos al infinito, posando las manos en la cintura del niño, a la vez que se ponía en cuclillas, esbozando una sonrisa que en el fondo no era de alegría. 


Le dijo : Recuerda que siempre te decía que se portaras bien, que fueras obediente ,que no hicieras nada malo, que hablaras correctamente, que aprendieras mucho y de todo. Porque se te portabas bien, tendrías un premio.

Te contaba que los Reyes no te traían los juguetes que pedías  porque ellos sabían algo que yo se y que ha llegado la hora de decirte; ¡Hijo mío! Por ser tan bueno, hoy te ha llegado tu premio.

Abajo en la entrada está tu madrina, vino a buscarte: ella tiene una casa grande, con jardines, una cama bonita,  muchos dulces y todas las cosas bonitas que son tuyas.

¿Sabes por qué?

Porque eres bueno, te portas bien  y porque los ángeles cumplen lo que prometen. Así pues, mi hijo… venga para bañarlo, ponerle el trajecito que le compré y sus zapatos blancos.
Usted siempre me preguntaba ¿Porque  los tenía guardados? Ya sabe para que eran, eran para hoy.

Tenía nueve años diciéndole; “usted es un príncipe  y vivirá en un palacio”, hoy es el día ¡Apure! ¡Venga!

Al cabo de unos minutos de la mano de Pepe, el niño bañadito, con su cuerpo repleto de colonia, su trajecito y sus zapatos blancos bajaba  la cuesta.  Poco a poco se fueron acercando al sitio ; en el una mujer impaciente con los ojos mojados de lágrimas que brillaban con grandes  destellos.

El hombre sin mirar a la cara se acerca y sólo le dijo: “Toma, ya sabes tienes toda la vida para pagarle”, no dijo más…

Subió la cuesta, entró al rancho, se tiró en la cama, un leve suspiro, un quejido… No supo más.

El latido abandonó su corazón quizás vio que no  hacia falta latir, el motivo de su latir se quedó en la cuesta  y hacia tiempo que Pepe lo sabía, muchas veces le imploraba que latiera hasta que el niño no le necesitará más.

domingo, 6 de febrero de 2011

Tiempos modernos cumple 75 años

CINE | Aniversario de 'Tiempos modernos'

El desafío de Chaplin al cine sonoro cumple  75 años

Charles Chaplin, uno de los primeros genios del séptimo arte, se resistía a dejar atrás el cine mudo y, aunque 'Tiempos modernos', estrenada hace ahora 75 años, fue anunciada como su primer filme sonoro, su autor buscó la manera de ridiculizar la palabra en su sátira sobre el capitalismo.
Corría el año 1936 y Charles Chaplin todavía no había estrenado ninguna película sonora. Nueve años después de que 'El cantor de jazz' revolucionara, el legendario cómico había hecho oídos sordos a las demandas del nuevo público y seguido su trayectoria con títulos como 'Luces de ciudad'.
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Mientras observaba la caída de estrellas como Gloria Swanson o Buster Keaton por la llegada de la palabra, Chaplin se aferró a la vieja escuela, a su tierno y silente vagabundo que, con bombín y zapatones, había conquistado a millones de espectadores con sus capacidades mímicas.
'Tiempos modernos', con Charlot incluido, fue concebida como su rendición crítica al avance inexorable de la tecnología, que bien podría haberse anunciado con algo parecido al célebre '¡Garbo habla!' cuando la actriz sueca se dejó oír por primera vez en una pantalla.
Pero el genio de ese humor embadurnado de lágrimas aún remoloneó hasta firmar su capitulación final, que llegaría a lo grande con el monólogo histórico que cerró 'El gran dictador'. 'Tiempos modernos' fue sonora, sí. Pero no tuvo diálogos. Sólo palabras sueltas, algunas de ellas inventadas. "Las palabras son escasas. Lo más grande que puedes decir con ellas es 'elefante'", bromeaba el director de 'La quimera del oro'.
Para potenciar su sátira sobre el capitalismo en época de la Gran Depresión -que sería luego utilizada en su contra para meterle en la lista negra de la Caza de Brujas-, introdujo diálogos que no se oían por el rugir de las máquinas de una fábrica de producción en cadena.
Y, de hecho, eran las máquinas y los jefes a través de sus órdenes los únicas que tenían un discurso, imperativo en el primer caso, de voz metálica en el segundo. Apuntada quedaba la dominación de la palabra sobre el silencio y del ruido sobre la palabra.

El infierno de las fábricas

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Las fábricas, ese circo alienante para Chaplin, era un infierno mayor que la eterna itinerancia de un sintecho como Charlot, que hasta entonces se había movido en una línea de ternura apolítica pero que ahora entraba en la cárcel una y otra vez acusado de liderar revueltas sindicales.
Y es que esta vez Chaplin no dudó en cargar las tintas de su discurso al retratar, frente a la deshumanización de una cadena de montaje, la victoria del sentimiento que encontraba, primero en la ficción y luego en la realidad, en la joven Paulette Godard.
Chaplin rizó el rizo al incluir un número musical... que tampoco era uno cualquiera. Para su canción, una versión de Léo Daniderff de 'Je cherche après Titine', inventó un idioma nuevo, suma del francés y del italiano, para acabar renombrándola como 'Charabia'. Palabras, una vez más, que no significan nada.
Y sólo al final, aunque sin sonido, se podía leer en sus labios un "sonríe" dedicado a la huérfana Godard, antes de cerrar el plano caminando por una carretera desierta, sin destino pero con amor.
Así se diferenciaban de esos borregos que abren el filme y que se funden con los trabajadores saliendo del metro, para ser personas de decisión individual, aunque ésta les conduzca a lo errante.
Este final vehemente pero esperanzador no era, sin embargo, lo que Chaplin había planeado, por mucho que una de sus frases más célebres fuera: "La vida es una tragedia si la ves de cerca, pero una comedia si la miras con distancia".
En su guión, 'Tiempos modernos' tenía un desenlace bastante más agrio: Charlot acababa con un ataque de nervios y recibiendo en el hospital a un vagabundo vestido de monja. Pero pese a este cambio en pos de la popularidad del filme, con un coste de 1,5 millones de dólares de la época, fue un fracaso comercial. Pero el tiempo, moderno o no, acabó dándole su lugar