lunes, 30 de diciembre de 2019

Notas acerca de un Clásico de Navidad


Notas acerca de un Clásico
Domingo Caba Ramos
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“Ábreme la puerta / que estoy en la calle
 y dirá la gente / que esto es un desaire…

A las arandelas / a las arandelas,
a las arandelas / de mi corazón.

Quizás la mayor parte de  los dominicanos lo hemos cantado, bailado y tarareado alguna vez; pero talvez muchos desconocen que su título original es “Cánticos” y no “A las arandelas”, como popularmente se conoce.  Que fue compuesto en Santiago hace ya ciento  cuatro años, específicamente el 16 de noviembre de 1908, y que su autor lo fue el laureado cantor o poeta popular mocano–santiagués Juan Antonio Alix (1833- 1918), el cual dedicó la referida composición al prebístero don Manuel. de Jesús González, cura de la parroquia La Altagracia de la ciudad de Santiago de los Caballeros. Se trata, pues, del más antiguo y conocido de los aguinaldos dominicanos.
Antes de continuar, valdría preguntarse: ¿qué es un aguinaldo?

El concepto de aguinaldo casi siempre suele confundirse con el de villancico. Y al respecto debemos precisar que si bien uno y otro tipo de canción aluden a las fiestas navideñas  ( rasgo común ) los mismos difieren ligeramente en lo que atañe a la naturaleza y alcance de la temática tratada, vale decir, mientras el contenido del villancico es eminentemente religioso, el aguinaldo combina lo religioso con lo profano. Pero dejemos que sea una voz autorizada, Julio Alberto Hernández, quien se encargue de establecer dicha diferencia:

“Hoy día – apunta el afamado músico y compositor dominicano – entendemos por villancico, una canción del folklore tradicional inspirado en el espíritu religioso popular de las navidades, que suele cantarse entre el pueblo y las instituciones religiosas, con acompañamiento de instrumentos populares” 

Y al distinguirlo del aguinaldo, don Julio puntualiza lo siguiente:

“Cuando el villancico abarca temas profanos se llama aguinaldo. Esta es la canción popular tradicional que mejor expresa los sentimientos del pueblo dominicano en la navidades” (Música Tradicional Dominicana, 1969, págs. 34-35)

Las letras del villancico versan o están siempre asociadas al nacimiento del niño Jesús, como bien se aprecia en las estrofas  que siguen:

  1. “Venid  pastorcito
    venid  a adorar
    al Rey de los cielos
    que ha nacido ya…” 
2.      De tierra lejana venimos a verte,
nos sirve de guía la Estrella de Oriente,
o brillante Estrella que anuncia la aurora,
no nos falte nunca tu luz bienechora...”
Y también en los versos de quien ha sido  considerado como  el más popular , antiguo y universal  de los villancicos españoles , “ Noche de paz” :

Noche de paz, noche de amor,
todo duerme en rededor,
entre los astros que esparcen su luz, 

bella anunciando al niñito Jesús, 
brilla la estrella de paz, 
brilla la estrella de paz.
 

El aguinaldo, por su parte,  además del religioso, incluye en sus letras temas profanos, tales como la comida,  las fiestas, las parrandas ,las  bebidas alcohólicas y el amor erótico:

“De la montaña venimos,
para invitarte a comer,
un lechoncito en su vara,
y ron pitorro a beber . . .”

Conviene aclarar que originalmente aguinaldo no era más que un favor que musicalmente se pedía como regalo de nochebuena; pero mediante el proceso de desplazamiento o transferencia semántica, con el paso del tiempo se le llamó aguinaldo no sólo al obsequio apetecido, sino también a la canción utililizada como canal para solicitarlo.

Al explicar la idea contenida en el párrafo precedente, Julio Alberto Hernández no podía ser más explícito:

“Desde los primeros días del mes de diciembre, su alegre melodía llena de vibraciones los campos y ciudades, donde está unido a gente de toda edad y clase, imponiéndose en los bailes, conciertos y fiestas pascuales. Los músicos populares tienen la costumbre de ir a cantarlo a las puertas de las familias acomodadas, con miras a conseguir su aguinaldo (regalía) de nochebuena. Otras personas asaltan la casa del amigo donde se proyecta hacer la fiesta, que, de antemano está preparada con bebidas y el tradicional pavo o lechón asado” (Ob. cit., pág. 35)

 La pieza poética que nos ocupa, “Cánticos”, está compuesta por ochenta versos cortos, octosílabos en su totalidad, (sólo en el verso final aparece la palabra arandela) distribuidos en veinte estrofas, en las cinco primeras de las cuales los protagonistas del aguinaldo se limitan a emitir un canto de alabanza al Niño Jesús, así como un mensaje de felicitación y buenos deseos a los dueños de la casa “multados” con el regalo de nochebuena: 
 
“Alabemos todos / al Niño Jesús,
que nació en Belén / y murió en la cruz.

También alabemos / con suma alegría,
a sus santos padres / San José y María.

Después de alabar / al Rey de los cielos,
con los de esta casa / nos entenderemos.

Y  les cantaremos / de Dios con la gracia,
deseando a todos / muy felices pascuas.

Y un año feliz / con prosperidad,
salud y dinero / y felicidad” 

En las estrofas que siguen, el autor pasa a describir el momento festivo o asunto central de la composición, merced al cual inserta esa aguda crítica social de inconfundible tono epigramático que tanto caracterizó a la mayor parte de las creaciones del entonces llamado “Cantor del Yaque” En las estrofas sexta, séptima y octava, el poeta crítica  :

a) A LOS CHISMOSOS , prestos siempre a generar nocivos efectos con sus lenguas lacerantes:

“Que el Niño Jesús /  muy a bien lo tenga,
librarnos a todos  / de las malas lenguas”

b) A  LOS ENVIDIOSOS, siempre mortificados por el éxito ajeno:

“Que los libre el Niño /  de los envidiosos,
que hacen mala sangre  /  y viven rabiosos”

c)   A  LOS MALOS VECINOS, eternos perturbadores de la paz familiar:

“Y los libre el cielo / de un vecino malo,
que es mucho peor /  que un incendio al lado”

En las cuatro estrofas siguientes se nos anuncia mediante el empleo  de términos o expresiones de gran valor sensorial que la cena o aguinaldo está casi a punto de comenzar:
 
¡Señores, silencio! / que el sonido empieza,
de platos, cubiertos / y arreglos de mesa.

Por el agujero / de la cerradura,
ya se siente el bajo / a fritanga pura.

Y allá en la cocina / ruidos de sartenes,
que sacan del horno / pavos y pasteles” 

Pues según señales / esta gente buena,
 trata de obsequiar / con tamaña cena.
 
Los visitantes,  excitados por la inminente presencia del manjar o plato deseado, muestran su desesperación y emiten un grito de indiscutible acento imperativo:

“Así, pues, señores,
los dueños de casa,
abran ya sus puertas,
que el tiempo se pasa.”

A partir de este momento, el poeta retoma el tono crítico de sus versos, dirigiendo sus incisivos cuestionamientos a quienes asisten a las celebraciones y actividades festivas  sin que hayan sido previamente invitados a las mismas:

“Y al entrar señores / mucha precaución,
con los que se meten/  sin invitación.

Y en los aguinaldos / los pulpos nombrados,
se sientan primeros / que los invitados”

Y al ir a la mesa / los primeros son,
en comer de todo / con mucha ambición.

Y son los primeros / en damas sacar,
y hasta los registros / los suelen bailar”

La advertencia está hecha, el deseo por disfrutar la cena se incrementa y es, por tanto, hora de entrar a la casa:

Entremos señores /  a esta honrada casa,
saludando a todos / y dando las gracias.

Y después de entrar / esa gente buena,
que no tarde mucho / en poner la cena.

El autor abandona el tono épico del relato para concluir sus famosos “Cánticos” con esta lírica exhortación:

Así, pues señores,
 sin más dilación,
 entremos cantando,
arandelas son”

Con el paso de los años, algunos de los versos que conforman estos “Cánticos” de Juan Antonio Alix, específicamente los que integran las cuatro primeras estrofas, fueron musicalizados y se les anexaron otros que nada tienen que ver con la versión original de los versos   que en los párrafos precedentes aparecen transcritos.
Entre esas estrofas agregadas o que no forman parte de las veinte más arriba comentadas, merecen citarse las siguientes: 

“Ábreme la puerta / que estoy en la calle
 y dirá la gente / que esto es un desaire…

A las arandelas / a las arandelas,
a las arandelas / de mi corazón.

Allá dentro veo / un bulto tapao,
no sé si será / un lechón asao”

Se tratan, estas últimas, de estrofas cuyo autor por el momento se desconoce, razón por la cual las mismas se sitúan en el plano de lo folklórico

jueves, 19 de diciembre de 2019

Conmemoran 53 años de la Batalla del Hotel Matum




Hoy se conmemoran 53 años de  la Batalla del Hotel Matum


En el día de hoy se conmenmoran 54 años del asalto al Hotel Matum por tropas regulares contra los constitucionalistas, ocurrido en el 19 de diciembre de  1965, y donde fallecieron el coronel Juan María Lora Fernández y el sargento Domingo Báez Peña,combatientes con coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó.
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 Hamlet Herman

Luego que los invasores impusieron sus “acuerdos de paz” a los constitucionalistas en 1965, el expresidente constitucional, coronel Francisco Caamaño Deñó, aceptó una invitación de la filial de Santiago de los Caballeros del Partido Revolucionario Dominicano (PRD).

La segunda ciudad más importante del país quería homenajear a los militares constitucionalistas por su destacada participación en defensa de la soberanía nacional. Aceptar significaba desplazarse masivamente desde Santo Domingo, donde se habían desarrollado las acciones que los llevaron a la gloria nacional. De ahí que Caamaño tuviera que examinar cuidadosamente las actividades programadas y evaluar los riesgos de un probable ataque, tal como le advirtiera el presidente provisional Héctor García-Godoy Cáceres.

Los jefes militares colaboracionistas, encabezados por Francisco Rivera Caminero, planearon entonces una agresión masiva de manera que   Caamaño ni la jefatura constitucionalista pudieran salir con vida de esa ciudad. Centenares de soldados fueron trasladados desde San Isidro  a la base aérea de Santiago, donde se reforzarían con miembros de la Segunda Brigada del Ejército Nacional.
El 19 de diciembre de 1965, mientras los constitucionalistas recordaban al teniente coronel Rafael Fernández Domínguez en el cementerio de Santiago, miembros de la Fuerza Aérea Dominicana apostados en una azotea, abrieron fuego sobre la comitiva patriota. Ante una valiente respuesta, los atacantes huyeron abandonando armas y pertrechos de guerra. Entonces se descubrió que en el panteón y sus alrededores habían colocado explosivos con la finalidad de cometer un acto terrorista de consecuencias incalculables.

Luego, los constitucionalistas se dirigieron hacia el hotel Matum a disfrutar de un banquete junto a sus simpatizantes. Ingenuamente confiaban que todo peligro había desaparecido.  Tan pronto como la multitud ingresó al edificio, un batallón de soldados tomó posiciones en el Monumento a los Héroes de la Restauración e iniciaron un nutrido fuego de ametralladoras y fusiles automáticos. Luego ampliarían el ataque con vehículos blindados que cañonearon el hotel.

Los constitucionalistas se vieron forzados a defenderse de los atacantes provocándoles numerosas bajas. Como declarara el coronel Caamaño, “solamente el valor y el arrojo de los hombres que defendían sus vidas contra una muerte inminente pudo evitar la masacre que se avecinaba”.
Luego de ocho horas de enfrentamiento armado, las bajas de las tropas atacantes fueron 72 muertos más 38 heridos de acuerdo con la versión pública del entonces presidente provisional García-Godoy. Por las tropas constitucionalistas las bajas fueron dos muertos: el coronel Juan Lora Fernández, jefe de Estado Mayor del Ejército constitucionalista, y el sargento Peñita.

La humillante derrota que los constitucionalistas infligieron a los agresores sólo podía compararse con la alcanzada el 27 de abril de 1965 en el puente Duarte.  El fracaso del Matum desencadenó entonces una oleada de remociones entre los militares y funcionarios que patrocinaron la fracasada operación.

El primero que perdió su posición fue el teniente coronel Marién Ortega Piñeyro, el mismo día de la operación.

Tres días después, el 22 de diciembre, se anunció el reemplazo del teniente general Bruce Palmer como jefe de las tropas estadounidenses en República Dominicana

A la semana del Matum, el gobierno de Brasil sustituyó al general Hugo Panasco Alvim. El 13 de enero de 1966, otra víctima del fracasado ataque fue el embajador de Estados Unidos, William Tapley Bennett, quien había desinformado a Washington hasta provocar el envío de tropas a Santo Domingo.
Justo un mes después del intento de genocidio, el Secretario de Estado para Asuntos Interamericanos del Departamento de Estado, Jack Hood Vaughn, fue sustituido por Lincoln Gordon.

Coincidencialmente, monseñor Octavio Beras Rojas fue desplazado por el nombramiento de monseñor Hugo Polanco Brito como Administrador Apostólico Sede Plena, evidenciando el cisma que provocó la invasión militar extranjera sobre la jerarquía católica.

Visto a la distancia de 46 años, esa humillación recibida por las Fuerzas Armadas colaboracionistas, tronchó la carrera de todos los que, de alguna manera, tuvieron responsabilidad en el ataque de Santiago. Esas sanciones evidenciaron la naturaleza agresora del gobierno de Estados Unidos y el carácter hipócrita de su política al culpar a quienes sólo cumplían órdenes superiores.

Por otra parte, la aplastante victoria constitucionalista elevó a Caamaño y a sus hombres aún más alto como defensores de la soberanía nacional y ejemplo de la dignidad del pueblo dominicano.

Tomado del periodico Hoy.