jueves, 31 de diciembre de 2015

Notas acerca de un Clásico: A las arandelas

Notas acerca de un Clásico
Domingo Caba Ramos
www.lainformacion.com.do 




“Ábreme la puerta / que estoy en la calle
 y dirá la gente / que esto es un desaire…

A las arandelas / a las arandelas,
a las arandelas / de mi corazón.

Quizás la mayor parte de  los dominicanos lo hemos cantado, bailado y tarareado alguna vez; pero talvez muchos desconocen que su título original es “Cánticos” y no “A las arandelas”, como popularmente se conoce.  Que fue compuesto en Santiago hace ya ciento  siete años, específicamente el 16 de noviembre de 1908, y que su autor lo fue el laureado cantor o poeta popular mocano–santiagués Juan Antonio Alix (1833- 1918), el cual dedicó la referida composición al prebístero don Manuel. de Jesús González, cura de la parroquia La Altagracia de la ciudad de Santiago de los Caballeros. Se trata, pues, del más antiguo y conocido de los aguinaldos dominicanos.
Antes de continuar, valdría preguntarse: ¿qué es un aguinaldo?

El concepto de aguinaldo casi siempre suele confundirse con el de villancico. Y al respecto debemos precisar que si bien uno y otro tipo de canción aluden a las fiestas navideñas  ( rasgo común ) los mismos difieren ligeramente en lo que atañe a la naturaleza y alcance de la temática tratada, vale decir, mientras el contenido del villancico es eminentemente religioso, el aguinaldo combina lo religioso con lo profano. Pero dejemos que sea una voz autorizada, Julio Alberto Hernández, quien se encargue de establecer dicha diferencia:

Hoy día – apunta el afamado músico y compositor dominicano – entendemos por villancico, una canción del folklore tradicional inspirado en el espíritu religioso popular de las navidades, que suele cantarse entre el pueblo y las instituciones religiosas, con acompañamiento de instrumentos populares” 

Y al distinguirlo del aguinaldo, don Julio puntualiza lo siguiente:

“Cuando el villancico abarca temas profanos se llama aguinaldo. Esta es la canción popular tradicional que mejor expresa los sentimientos del pueblo dominicano en la navidades” (Música Tradicional Dominicana, 1969, págs. 34-35)

Las letras del villancico versan o están siempre asociadas al nacimiento del niño Jesús, como bien se aprecia en las estrofas  que siguen:

  1. “Venid  pastorcito
    venid  a adorar
    al Rey de los cielos
    que ha nacido ya…” 
2.      De tierra lejana venimos a verte,
nos sirve de guía la Estrella de Oriente,
o brillante Estrella que anuncia la aurora,
no nos falte nunca tu luz bienechora...”
Y también en los versos de quien ha sido  considerado como  el más popular , antiguo y universal  de los villancicos españoles , “ Noche de paz” :

Noche de paz, noche de amor,
todo duerme en rededor,
entre los astros que esparcen su luz, 

bella anunciando al niñito Jesús, 
brilla la estrella de paz, 
brilla la estrella de paz.
 

El aguinaldo, por su parte,  además del religioso, incluye en sus letras temas profanos, tales como la comida,  las fiestas, las parrandas ,las  bebidas alcohólicas y el amor erótico:

“De la montaña venimos,
para invitarte a comer,
un lechoncito en su vara,
y ron pitorro a beber . . .”

Conviene aclarar que originalmente aguinaldo no era más que un favor que musicalmente se pedía como regalo de nochebuena; pero mediante el proceso de desplazamiento o transferencia semántica, con el paso del tiempo se le llamó aguinaldo no sólo al obsequio apetecido, sino también a la canción utililizada como canal para solicitarlo.

Al explicar la idea contenida en el párrafo precedente, Julio Alberto Hernández no podía ser más explícito:

“Desde los primeros días del mes de diciembre, su alegre melodía llena de vibraciones los campos y ciudades, donde está unido a gente de toda edad y clase, imponiéndose en los bailes, conciertos y fiestas pascuales. Los músicos populares tienen la costumbre de ir a cantarlo a las puertas de las familias acomodadas, con miras a conseguir su aguinaldo (regalía) de nochebuena. Otras personas asaltan la casa del amigo donde se proyecta hacer la fiesta, que, de antemano está preparada con bebidas y el tradicional pavo o lechón asado” (Ob. cit., pág. 35)

 La pieza poética que nos ocupa, “Cánticos”, está compuesta por ochenta versos cortos, octosílabos en su totalidad, (sólo en el verso final aparece la palabra arandela) distribuidos en veinte estrofas, en las cinco primeras de las cuales los protagonistas del aguinaldo se limitan a emitir un canto de alabanza al Niño Jesús, así como un mensaje de felicitación y buenos deseos a los dueños de la casa “multados” con el regalo de nochebuena: 
 
“Alabemos todos / al Niño Jesús,
que nació en Belén / y murió en la cruz.

También alabemos / con suma alegría,
a sus santos padres / San José y María.

Después de alabar / al Rey de los cielos,
con los de esta casa / nos entenderemos.

Y  les cantaremos / de Dios con la gracia,
deseando a todos / muy felices pascuas.

Y un año feliz / con prosperidad,
salud y dinero / y felicidad” 

En las estrofas que siguen, el autor pasa a describir el momento festivo o asunto central de la composición, merced al cual inserta esa aguda crítica social de inconfundible tono epigramático que tanto caracterizó a la mayor parte de las creaciones del entonces llamado “Cantor del Yaque” En las estrofas sexta, séptima y octava, el poeta crítica  :

a) A LOS CHISMOSOS , prestos siempre a generar nocivos efectos con sus lenguas lacerantes:

“Que el Niño Jesús /  muy a bien lo tenga,
librarnos a todos  / de las malas lenguas”

b) A  LOS ENVIDIOSOS, siempre mortificados por el éxito ajeno:

“Que los libre el Niño /  de los envidiosos,
que hacen mala sangre  /  y viven rabiosos”

c)   A  LOS MALOS VECINOS, eternos perturbadores de la paz familiar:

Y los libre el cielo / de un vecino malo,
que es mucho peor /  que un incendio al lado”

En las cuatro estrofas siguientes se nos anuncia mediante el empleo  de términos o expresiones de gran valor sensorial que la cena o aguinaldo está casi a punto de comenzar:
 
¡Señores, silencio! / que el sonido empieza,
de platos, cubiertos / y arreglos de mesa.

Por el agujero / de la cerradura,
ya se siente el bajo / a fritanga pura.

Y allá en la cocina / ruidos de sartenes,
que sacan del horno / pavos y pasteles” 

Pues según señales / esta gente buena,
 trata de obsequiar / con tamaña cena.
 
Los visitantes,  excitados por la inminente presencia del manjar o plato deseado, muestran su desesperación y emiten un grito de indiscutible acento imperativo:

“Así, pues, señores,
los dueños de casa,
abran ya sus puertas,
que el tiempo se pasa.”

A partir de este momento, el poeta retoma el tono crítico de sus versos, dirigiendo sus incisivos cuestionamientos a quienes asisten a las celebraciones y actividades festivas  sin que hayan sido previamente invitados a las mismas:

Y al entrar señores / mucha precaución,
con los que se meten/  sin invitación.

Y en los aguinaldos / los pulpos nombrados,
se sientan primeros / que los invitados”

Y al ir a la mesa / los primeros son,
en comer de todo / con mucha ambición.

Y son los primeros / en damas sacar,
y hasta los registros / los suelen bailar”

La advertencia está hecha, el deseo por disfrutar la cena se incrementa y es, por tanto, hora de entrar a la casa:

Entremos señores /  a esta honrada casa,
saludando a todos / y dando las gracias.

Y después de entrar / esa gente buena,
que no tarde mucho / en poner la cena.

El autor abandona el tono épico del relato para concluir sus famosos “Cánticos” con esta lírica exhortación:

Así, pues señores,
 sin más dilación,
 entremos cantando,
arandelas son”

Con el paso de los años, algunos de los versos que conforman estos “Cánticos” de Juan Antonio Alix, específicamente los que integran las cuatro primeras estrofas, fueron musicalizados y se les anexaron otros que nada tienen que ver con la versión original de los versos   que en los párrafos precedentes aparecen transcritos.
Entre esas estrofas agregadas o que no forman parte de las veinte más arriba comentadas, merecen citarse las siguientes: 

“Ábreme la puerta / que estoy en la calle
 y dirá la gente / que esto es un desaire…

A las arandelas / a las arandelas,
a las arandelas / de mi corazón.

Allá dentro veo / un bulto tapao,
no sé si será / un lechón asao”

Se tratan, estas últimas, de estrofas cuyo autor por el momento se desconoce, razón por la cual las mismas se sitúan en el plano de lo folklórico

miércoles, 21 de octubre de 2015

Esta canción estaba tirada por el suelo



Esta canción estaba tirada por el suelo

 Franklin Mieses Burgos

Esta canción estaba tirada por el suelo,
como una hoja muerta, sin palabras;
la hallaron unos hombres que luego me la dieron
porque tuvieron miedo de aprender a cantarla.

Yo entonces ignoraba que también las canciones,
como las hojas muertas caían de los árboles;
no sabia que la luna se enredaba en las ramas
náufragas que sueñan bajo el cristal del agua,
ni que comían los peces pedacitos de estrellas
en el silencio de las noches claras.


Yo entonces ignoraba muchas cosas iguales
que eran todas posibles en la tierra del viento,
en donde la leyenda no es una hierba mala
crecida en sus riberas, sino un árbol de voces
con las cuales dialogan las sombras y las piedras.

Yo entonces ignoraba muchas cosas iguales
cuando aún no era mía
 

esta canción que estaba tirada por el suelo,
como una hoja muerta, sin palabras;
pero ahora ya sé de las formas distintas
que preceden al ojo de la carne que mira,
y hasta puedo decir por qué caen de rodillas,
en las ojeras largas que circundan la noche,
las diluidas sombras de los pájaros.

martes, 22 de septiembre de 2015

¿Cuál es el nombre de nuestra isla?



¿Cúal es el nombre de nuestra isla?

...durante la primera Ocupación Militar Norteamericana de nuestro país, los generales norteamericanos J.H. Pendleton (Jefe interino del Gobierno Militar) y W.W Russell, Ministro de Estados Unidos en la República Dominicana, recomendaron a la Sociedad de Geografía de Estados Unidos aplicar a nuestra isla el nombre de Hispaniola.


Juan Daniel Balcacer
Diaruilibre.com.do 29 SEP 2012, 12:00 AM
Dos artículos anteriores, uno que versa sobre el nombre de la ciudad capital de República Dominicana, que es Santo Domingo (sin el Guzmán), y el otro que aborda el tema del gentilicio de los dominicanos, han suscitado entre algunos amigos lectores la interrogante que intitula el presente escrito.

En efecto, al igual que acontece respecto de los nombres de la ciudad y de los dos gentilicios con los que indistintamente somos conocidos los habitantes del pueblo de Santo Domingo, dominicanos y quisqueyanos, hay quienes consideran que tal diversidad de nombres genera confusión entre el ciudadano común. Estimo, sin embargo, que si echamos una breve ojeada a la evolución histórica del pueblo dominicano estaremos en capacidad de comprender la cuestión de los diferentes nombres que ha tenido la isla que hoy comparten las naciones haitiana y dominicana.
Nombres primitivos y europeos

Cristóbal Colón, en su Diario de Navegación, al referirse al nombre que los taínos daban a la isla, reiteradas veces consignó que éstos la llamaban Bohío. En efecto, el miércoles 5 de diciembre de 1492, tras su arribo a nuestra demarcación isleña, Colón reveló que mientras se hallaba en Cuba, los aborígenes le hablaron de la existencia de una isla abundante en oro, que llamaban el Baneque o el Babeque. Decidió, por tanto, continuar la expedición en busca de dicha isla, pero en cambio llegó a la que él denominó Española, maravillado por su belleza natural que, a su entender, semejaba algunas regiones de España.

En el Diario se lee que "Tampoco pudo ir al Baneque, porque el viento que llevaba era Nordeste. Yendo así miró al Sueste y vido tierra y era una isla muy grande, de la cual ya tenía dizque información de los indios, a que llamaban ellos Bohío, poblada de gente". Varios días después, el 9 de diciembre de 1492, el Almirante resolvió bautizar la isla Bohío con el nombre de Española. Hay en ella -escribió-, "unas vegas las más hermosas del mundo y cuasi semejables a las tierras de Castilla, ante estas tienen ventaja, por lo cual puso nombre a la dicha isla Española".

Fray Ramón Pané, sacerdote Jerónimo que vino al Nuevo Mundo en el segundo viaje de Colón, y quien fue el primero en aprender el idioma de los indios macorixes de la Española, en su Relación acerca de las antigüedades de los Indios dice que "la isla llamada Española, que antes llevaba el nombre de Haití y así la llaman los habitantes de ella; anteriormente, ésta y las otras islas se llamaban Bouhí". Emiliano Tejera, en su libro Indigenismos, nos dice que el vocablo tenía varias formas de escritura: Bohío, Buhío o Boío.

Bartolomé de Las Casas nos dice en su Historia de las Indias que: "Yendo pues así, mirando las tierras, puso los ojos al Sueste, y vido tierra muy grande y ésta es la grande y felicísima isla Española, de la cual tenían nuevas muy frecuentes de los indios, que como cosa muy fastuosa se la nombraban, llamándola Bohío, no supe por qué tal nombre le pusiesen, siendo toda una lengua de los de Cuba y de la Española, pues no se llamaba sino Haytí, la última sílaba aguda... Así que, miércoles, a 5 días de diciembre, descubrió el Almirante la isla de Haytí, a la cual puso después, como luego aparecerá, la Española".

El vocablo Quisqueya
Acaso el cronista que mayor controversia ha creado en relación con los nombres de la isla fue Pedro Mártir de Anglería. De este autor puede decirse que fue el primero, hacia el 1556, en publicar una historia sobre el descubrimiento de América. Si bien es cierto que nunca estuvo en América, también es verdad que abrevó en valiosas fuentes primarias, entre éstas el propio Cristóbal Colón. En su Décadas del Nuevo Mundo Anglería escribió: "Los nombre que los primitivos habitantes pusieron a la Española primero Quizqueia y luego Haití. Tales denominaciones no fueron hijas del capricho, sino de la significación que según ellos tenían…"

Anglería es, pues, el primer cronista de Indias en mencionar el vocablo Quisqueya como nombre aborigen de la isla. También consignó que los indios denominaban la isla Cipango. A este autor es al que debemos la invención del vocablo Hispaniola que, según algunos entendidos en cuestiones lingüísticas, se trató de una equivocada traducción de Española, una "caprichosa latinización del legítimo nombre de la Española, que fue el que realmente ostentó la isla a raíz de su colonización por los europeos", según Leónidas García Lluberes.

José Gabriel García sostiene en su Compendio de la Historia de Santo Domingo que "El nombre principal que le daban los aborígenes a la isla en que habitamos era Haití, que entre ellos significaba tierra alta; pero a más de este nombre tenía en la parte oriental el de Quisqueya, que equivalía a madre de la tierra; y en la occidental el de Babeque o Bohío, cuya traducción era tierra de oro". En cuanto a Babeque, sabemos por Cristóbal Colón que ese nombre no correspondía a la isla de Bohío o Haití.

Entre los historiadores dominicanos, sin embargo, no existe consenso respecto del vocablo Quisqueya. Hay quienes se inclinan -como Jorge Tena Reyes- por la tesis de que el nombre primitivo de la isla era solo uno: Haití. Otros, empero, prefieren adherirse a la tesis de que a la llegada de los europeos, la isla tenía varios nombres y que Quisqueya era uno de ellos. César Nicolás Penson, en Cosas Añejas, escribió que Quisqueya no era voz indígena, pero reconocía ser de los primeros autores en usarlo como distintivo de lo dominicano. Posteriormente, el canónigo Apolinar Tejera escribió un enjundioso artículo titulado "¿Quid Quisqueya?" en el cual tildó de apócrifo el referido vocablo demostrando que el mismo no existió en la terminología taína y que fue una invención del cronista Pedro Mártir de Anglería.

Al parecer, no existe documento fidedigno -a no ser la versión ofrecida por Anglería- que evidencie a Quisqueya como nombre autóctono de la isla, aunque Anglería consignó que en tiempos del descubrimiento dicho vocablo ya estaba en desuso. En cuanto se refiere al sustantivo Quisqueya (del cual Colón nada dice en su Diario), existen dudas en torno de su autenticidad como voz taína. Sin embargo, una realidad lingüística insoslayable nos fuerza a aceptar dicho vocablo, debido a que el mismo ha resultado de uso preferido por poetas e incluso con el tiempo devino en el otro gentilicio con el que también se identifica a los dominicanos. El historiador Emilio Rodríguez Demorizi sostuvo que "el gentilicio quisqueyano apenas ha pasado de la literatura, de la poesía y de la oratoria, Es nuestro nombre poético, como borinqueño en Puerto Rico".

Las Relaciones de la época parecen indicar que los taínos habían bautizado diversas regiones de la isla con los nombres antes señalados. En el Manual de Historia Dominicana, Frank Moya Pons prefirió eludir la confusa tradición de emplear varios vocablos indígenas y llama Haití a la isla poblada por los taínos. Roberto Cassá, en su Historia Económica y Social de la República Dominicana, también emplea la voz Haití para referirse a la isla; Franklin Franco, por su parte, en su Historia del Pueblo Dominicano, consigna los nombres de Haití o Babeque. Respecto a este último nombre puede afirmarse que los taínos denominaban otra isla, diferente de la nuestra.
Española o Santo Domingo
Se recordará que hacia 1498 (no hay seguridad en torno del día ni del año) Bartolomé Colón -hermano del Almirante-, fundó una ciudad, sobre la margen oriental del río Ozama, que llamó Santo Domingo.

La ciudad de Santo Domingo no tardó en convertirse en el principal puerto de la isla Española y cuando en 1502 fue destruida por un huracán, el gobernador de la colonia, que lo era Frey Nicolás de Ovando, dispuso su traslado a la margen Occidental del río Ozama, que es donde actualmente se encuentra.

Antonio del Monte y Tejada y José Gabriel García en sus respectivas obras consignaron que el 6 de diciembre de 1508, mediante Real Cédula, el rey de España extendió a toda la isla el nombre de Santo Domingo. Sin embargo, se desconoce esa Real Cédula y se cree que el nombre de Santo Domingo fue aplicado a la isla por uso general, tal vez por parecerles más simpático y cómodo a europeos y criollos.

¿A qué se debió la adopción del nombre de Santo Domingo para la isla entera? Entre varias razones al hecho de que la isla Española se convirtió en el más importante y lucrativo centro de actividades comerciales del Nuevo Mundo. Tal circunstancia determinó que el nombre de la ciudad principal y asiento del gobierno colonial primara sobre el de Española. Varias de las instituciones de importancia que fueron establecidas en la ciudad Primada de América, pero que tuvieron jurisdicción más allá de los límites isleños, ostentaron el nombre de Santo Domingo, tales como la Real 

Audiencia de Santo Domingo y el Arzobispado de Santo Domingo.
El nombre de Isla Española prevaleció durante los primeros tres decenios del siglo XVI; pero ya en 1550 a todo el territorio insular se le aplicaba el nombre de Santo Domingo o se combinaba con el de Española de esta manera: isla Española de Santo Domingo, tal y como se evidencia en un libro que data de 1730, escrito por el padre jesuita Pedro Javier Francois de Charlevoix titulado Historia de la isla Española o de Santo Domingo; y en otro del publicista francés Moreau de Saint Mery, publicado hacia 1796, que se intitula Descripción topográfica y política de la parte española de la Isla de Santo Domingo.

¿Santo Domingo o Hispaniola?
Desde el siglo XVIII nuestra isla fue siempre conocida con el nombre de Santo Domingo. Sin embargo, cuando los esclavos del Santo Domingo francés se rebelaron contra el imperio napoleónico, y proclamaron la República de Haití, en la Constitución de 1806 consignaron que: "La isla de Haití (antes llamada Santo Domingo) con las islas adyacentes que de ella dependen, forman la República de Haití." A partir de entonces, hasta 1867, los legisladores haitianos continuaron insistiendo en la tesis louverturiana de la una e indivisible, ya que consideraban que Haití solo tenía por límites el mar. El tema del nombre de la isla reapareció en la reforma constitucional de 1996 en cuyo Art. 8, leemos que "El territorio de la República de Haití comprende la parte Oriental de la isla de Haití, así como las islas adyacentes…"

Los dominicanos, en cambio, tras la proclamación de la República Dominicana en 1844, cuando sancionaron la primera Carta Sustantiva de la nación, al referirse al territorio de la República, consignaron lo siguiente en el Artículo 2: "La parte española de la isla de Santo Domingo y sus islas adyacentes, forman el territorio de la República Dominicana." De entonces acá, todas las reformas constitucionales que han tenido lugar en nuestro país han mantenido inalterable la cuestión del nombre de la isla. El Pacto Fundamental vigente, que data del 26 de enero de 2010, Art. 9. "El territorio de la R.D. es inalienable. Está conformado por la parte oriental de la isla de Santo Domingo, sus islas adyacentes y el conjunto de elementos de geomorfología marina."

Debido a esa circunstancia en que dos Estados que comparten la misma isla, la identifican con nombres diferentes, fue que durante la primera Ocupación Militar Norteamericana de nuestro país, los generales norteamericanos J.H. Pendleton (Jefe interino del Gobierno Militar) y W.W Russell, Ministro de Estados Unidos en la República Dominicana, recomendaron a la Sociedad de Geografía de Estados Unidos aplicar a nuestra isla el nombre de Hispaniola.

Cuando esa sugerencia se hizo, mediante una circular del 8 de junio de 1918, la intelectualidad dominicana de inmediato elevó su protesta y rechazó tal proposición en virtud de que Hispaniola nunca había sido nombre oficial de la isla y porque, además, aún prevalecía el nombre original de Santo Domingo, consignado en nuestra Carta Sustantiva desde 1844 a la fecha. Sin embargo, no pocos académicos norteamericanos todavía utilizan el vocablo Hispaniola para referirse a nuestra isla y debe quedar claramente establecido que el territorio ocupado por Haití y República Dominicana sólo tiene un nombre: Santo Domingo.

En cierta ocasión alguien sugirió el nombre de la isla Colombina. Sin embargo, algún día llegará en que habrá que enfrentar la cuestión de Hispaniola, nombre que en el pasado siglo, como se indicó, fue impuesto por la Sociedad de Geografía de Estados Unidos. Pero esta decisión tendrá que ser abordada de manera conjunta por los gobiernos de Haití y República Dominicana, toda vez que es a ambos Estados a los que corresponde decidir sobre el nombre común que debe ostentar el territorio insular que compartimos haitianos y dominicanos.


martes, 8 de septiembre de 2015

El Puente de la Otra Banda, Santiago

 El Puente de la Otra Banda, Santiago
En 39 años de existencia, el PLD construyó una extraordinaria historia de lucha a favor de los mejores intereses del Pueblo Dominicano.

Viene a mi memoria un hecho que muestra la elevada capacidad de acción mostrada por esa otrora organización de Liberación Nacional. En 1986 contando sólo con  7 diputados , el PLD  logró  la construcción del puente Manuel de Jesús Peña y Reynoso, mejor conocido como el puente de La Otra Banda.


Esta acción fue motorizada por el Intermedio Toussaint Louverture, que activó un comité de defensa en esa comunidad, poniéndose este órgano como objetivo conseguir dotar a la comunidad  de un puente sobre el Río Yaque que la uniera  con el resto de Santiago de una forma rápida y segura; ya que el medio para cruzar el rio era una legendaria llamada la Barca, que con la crecida del rio se inhabilitaba  o era arrastrada rio abajo.

El objetivo fue logrado gracias a la capacidad operativa del PLD de Santiago y de la dirección Nacional que mancomunadamente trabajaron para localizar los fondos y  lograr la aprobación en el Congreso para al fin dotar a la comunidad de esta obra tan necesaria. 

Hoy en día predomina la falsa creencia de que sólo desde el gobierno  o los ayuntamientos se pueden aportar soluciones a las demandas comunitarias,este ejemplo desmiente esa creencia.

Este caso nos muestra de lo que puede ser capaz un Partido con alta moral revolucionaria y con militantes dispuestos a servir al pais a través de un instrumento político creado con la noble misión de completar la obra de los Padres Fundadores
y a los mejores interes de los dominicanos .




miércoles, 15 de julio de 2015

12 de julio de 1924, una fecha relegada al olvido



12 de julio de 1924, una fecha relegada al olvido

 

Juan Daniel Balcacer

Con el fin de hacer más inteligible el discurso histórico acerca del progresivo devenir del hombre en sociedad, entre historiadores ha sido costumbre dividir el tiempo, segmentarlo en etapas temporales que, en el marco de espacios específicos, posibilitan una mejor comprensión de los acontecimientos históricos. Así, por poner un ejemplo, "Antiguedad, Edad Media, Renacimiento, Tiempos Modernos, historia contemporánea, [es una] taxonomía [que] subdivide la historia en una periodización, verdadera clave de lectura, que pone de relieve los presupuestos implícitos del historiador." (André Burguière, Diccionario de ciencias históricas: 1986).


La historiografía dominicana, especialmente la destinada a la enseñanza de la Historia Patria, no escapa a esta tradición que data del siglo XIX cuando predominaba la denominada "historia positivista" cuyo principal exponente fue Leopold Von Ranke. Cualquier estudioso del proceso histórico nacional constatará que los textos de historia patria tradicionales han sido diseñados conforme al principio de la periodización, y ello, sin duda, ha obedecido al interés, tanto de la superestructura político ideológica del Estado como de los historiadores, de lograr que la narración de los acontecimientos objeto de estudio sea inteligible para el ciudadano de conformidad con determinados presupuestos ideológicos y metodológicos.


En el primer tomo del Compendio de la historia de Santo Domingo, de José Gabriel García, puede leerse que "la historia de Santo Domingo está naturalmente dividida en nueve épocas, subdividas en diferentes períodos". El descubrimiento, la conquista, la colonización, las invasiones marítimas y terrestres, la dominación haitiana, la independencia, la anexión, la restauración, en fin, cada uno de los acontecimientos o procesos claves del devenir histórico del pueblo de Santo Domingo es explicado por García desde una perspectiva de periodización del proceso histórico nacional. Precisamente es a José Gabriel García, considerado el padre de la Historia dominicana, a quien debemos el siguiente esquema: Primera República, que abarca desde el 27 de febrero de 1844 hasta el 18 de marzo de 1861, cuando tuvo lugar la Anexión a España, y Segunda República, que cubre el período que transcurre desde 1865 hasta 1916, cuando el Estado nación fue nueva vez suprimido a raíz de la primera Ocupación Militar Norteamericana.


Sabemos que el 18 de marzo de 1861 el general Pedro Santana, némesis de Juan Pablo Duarte, proclamó la anexión de Santo Domingo a España. Consecuencia de ese proceder inconsulto la soberanía adquirida el 27 de febrero de 1844 se desvaneció y los dominicanos de la época pasaron a ser gobernados por extranjeros bajo la modalidad de Provincia Ultramarina de la antigua Madre Patria. Al cabo de dos años, sin embargo, por obra de la gran mayoría del pueblo dominicano, el Estado-nación o, lo que es lo mismo, la República Dominicana, fue restaurado tras una intensa y continua guerra de liberación nacional que inició el 16 de agosto de 1863 y culminó triunfante el 12 de julio de 1865, cuando las tropas españolas abandonaron la isla de Santo Domingo.


Con posterioridad a la Guerra de la Restauración -que el Maestro Hostos consideraba como nuestra auténtica independencia-, el constituyente dominicano, consciente de la trascendencia continental de la revolución restauradora y acatando la voluntad del Gobierno Restaurador expresada en el Decreto del 11 de agosto de 1864, hizo consagrar en la Reforma Constitucional de 1866 que el 16 de Agosto -en adición al 27 de Febrero- también era "día de fiesta nacional". Y a partir de entonces, en la Carta Sustantiva del pueblo dominicano se lee: "Los días 27 de Febrero y 16 de Agosto, aniversarios de la Independencia y la Restauración de la República, respectivamente, se declaran de Fiesta Nacional" (Ver Artículo 35 de la Constitución del 26 de enero del 2010).


Es evidente que cada una de esas fechas está relacionada con dos procesos históricos fundamentales: la independencia nacional y la guerra restauradora. Hay quienes sostienen que es innecesario hablar de "tres repúblicas", porque en realidad sólo ha existido una sola, la del 27 de Febrero de 1844. En cierto sentido tal razonamiento, además de lógico, es histórico y exacto. Sin embargo, debido a lo accidentado de nuestro devenir histórico y, sobre todo, a las interrupciones institucionales que hemos padecido fundamentalmente como consecuencia de la injerencia de potencias extranjeras en los asuntos domésticos de los dominicanos, es preciso, incluso para facilitar una mejor comprensión de esos fenómenos sociales, que hablemos de Primera República (1844), Segunda República (1865) y finalmente Tercera República (1924).


¿Por qué? "Porque -según el historiador Pedro Troncoso Sánchez- en nuestra accidentada vida republicana hemos tenido dos momentos en que se ha interrumpido institucionalmente la República.
"Fueron dos momentos de solución de continuidad, dos hiatos, en la vida de la República: de 1861 a 1863 y de 1916 a 1924. De hecho, o de jure, como pudiera afirmarse respecto de la primera interrupción, dejó de haber un gobierno dominicano, formado por dominicanos, para estar constituido por extranjeros que se subrogaron en la soberanía dominicana. En 1965 hubo un desembarco de tropas extranjeras pero en ningún momento dejó de haber gobierno dominicano".


"De modo que existiendo esos dos hiatos en nuestra vida republicana es forzoso denominar de alguna manera los tres períodos divididos por esos dos hiatos" (Cf. "En el 50 Aniversario de la Reinstalación del Gobierno Nacional", Clío, órgano de la Academia Dominicana de la Historia, 1974).
 
Transcurridos los ocho años de eclipse de la soberanía nacional, durante el interregno 1916-1924, del cual, según el doctor Américo Lugo, el cuerpo social dominicano salió "sin un solo hueso sano", la bandera de los Estados Unidos fue arriada el 12 de julio de 1924 de la Torre del Homenaje y de las oficinas públicas en todo el país, y en su lugar fue izada la gloriosa bandera tricolor de los trinitarios, fundadores de la República.
 
Ese día, además, se instaló el gobierno constitucional que presidió el general Horacio Vásquez, ganador de los comicios generales celebrados en el mes de marzo; y apenas cuatro días antes, el presidente provisional de la República, Juan Bautista Vicini Burgos, emitió el Decreto No. 246 que declaraba día festivo el 12 de julio de 1924, así como el día anterior, "con motivo de los diferentes actos que se celebrarán en ocasión de la instalación del Gobierno Constitucional de la República".


En ese mismo año el Presidente Vásquez promovió una reforma a nuestra Carta Magna, pero el legislador no declaró "día de fiesta nacional" el 12 de julio de 1924, sino que se limitó a consignar que el 27 de Febrero y el 16 de Agosto, eran los "únicos días de fiesta nacional". ¿Qué ocurrió? 

¿Acaso no se quería herir susceptibilidades en la Administración republicana de Warren Harding, festejando como efemérides independista el día de la retirada definitiva de las tropas militares de nuestro país? ¿O el desmedido culto al caudillismo impidió que se le confiriera al 12 de julio de 1924 la categoría de "día de júbilo nacional" y a su principal propulsor, el licenciado Francisco J. Peynado (que había perdido las elecciones frente a Horacio Vásquez), el reconocimiento de su condición de Prócer de la Tercera República?


Se trata de meras conjeturas e interrogantes. Pero lo cierto es que la generalidad de los historiadores, al narrar el acontecer republicano, establecen la siguiente periodización: Primera República (1844-1865); Segunda República (1865-1916); y Tercera República, desde 1924 hasta el presente. De las dos primeras Repúblicas, por mandato constitucional, los dominicanos celebramos el 27 de Febrero y el 16 de Agosto como días de fiesta nacional, no así con el 12 de Julio de 1924, fecha que evidentemente ha sido relegada al olvido.


Desde hace algunos años, el diputado Pelegrín Castillo ha estado promoviendo en el seno del hemiciclo al que pertenece un anteproyecto de Ley para declarar el 12 de julio de cada año "Día de fiesta nacional con carácter laborable". En este sentido, lo ideal habría sido que el legislador, cuando se abocara a reformar nuestra Carta Magna, en adición al 27 de febrero y al 16 de agosto, incluyera el 12 de julio como la tercera gran efemérides nacional por la sencilla razón de que esta memorable fecha evoca a un tiempo la desocupación del territorio nacional por parte de la Infantería de Marina de los Estados Unidos y el nacimiento de la Tercera República.


Debe resaltarse que aun cuando no fue posible que prospera la iniciativa legislativa del diputado Castillo, en los archivos del Congreso Nacional afortunadamente pudo comprobarse que durante el gobierno constitucional que presidió Juan Bosch, en 1963, fue aprobada y sancionada la Ley No. 50 que declara "Día conmemorativo el 12 de julio de cada año" en virtud de que se trata de la "Fecha aniversario de la Desocupación del Territorio Nacional por las Fuerzas Militares Norteamericanas" y, en consecuencia, del rescate de la soberanía nacional al amparo de un Estado, esencialmente dirigido por dominicanos.


No obstante, para que el dispositivo de esa Ley adquiera categoría de un hecho histórico trascendente y sea internalizado en la memoria colectiva, es menester que en los textos de historia patria se enfatice a los jóvenes estudiantes qué fue y qué significó la lucha nacionalista del pueblo dominicano contra la Ocupación Militar por parte de la Infantería de los Estados Unidos. Solo así se podrá recuperar del olvido el 12 de julio de 1924, toda vez que esa efeméride sintetiza el gran esfuerzo y el noble sacrificio de no pocos gladiadores del patriotismo dominicano que tras ocho años de resistencia lograron restaurar por segunda vez la soberanía nacional, permitiendo así el nacimiento de la Tercera República que, desde entonces, no ha vuelto a colapsar por virtud de una ocupación extranjera.

sábado, 11 de julio de 2015

El Café: Cultura, Economía y Medio Ambiente

El Café: Cultura, Economía y Medio Ambiente
Por: | 10 Julio 2015



En República Dominicana se cultiva el café, en cuatro de sus sistemas montañosos: Cordillera Central, Cordillera Septentrional, la Sierra de Neyba y la Sierra de Bahoruco, usualmente en elevaciones que oscilan entre 300 y 1,500 metros sobre el nivel del mar.
Se tienen datos escritos que hablan de la llegada del café a la isla de Santo Domingo en el año 1735. Procedente de Martinica. Empezando a cultivarse en la parte Oeste, y luego llega al territorio Este.

Este rubro juega un papel social, económico y ambiental de muchísima importancia para el país. Su cultivo representa el sustento de unas 60,000 familias que cultivan café y el empleo directo de unas 200,000 personas que dependen del café en la economía dominicana.

El consumo de café en nuestro País ronda los 500,000 quintales de café al año.
Las plantaciones de café están enclavadas en zonas montañas donde nacen las principales fuentes acuíferas del país, ocupando el 14% de la cobertura boscosa del territorio dominicano, una de las ventajas ambientales del café es la conservación del suelo, captura de carbono la conservación de la biodiversidad, entre otros.

Las zonas cafetaleras del país se han reducido considerablemente en los últimos años.

La mayor pérdida de tareas cultivadas, ha ocurrido en los últimos diez años; de los 2.2 millones de tareas dedicadas al cultivo del café en los años 80 y 90 actualmente se cultivan aproximadamente 1.6 millones.

Factores como la depresión de los precios internacionales, el fuerte impacto de Enfermedades como la roya, han traído una considerable merma en la producción de café.

Un factor con alta incidencia en la problemática cafetalera en el País, es que el parque cafetalero es muy viejo, pasa de 80 años.

Unos cafetales descuidados, mal nutridos, sin manejos adecuados de sombra y con plantas muy viejas, no pueden tener buena productividad y puede ser afectado con mayor facilidad por plagas y enfermedades.

La insuficiencia de recursos impide que los pequeños productores manejen correctamente sus plantaciones.

Es significativo que uno de los tradicionales rubros otrora bandera de exportación, con un importante aporte en divisa, haya pasado a ser un producto de importación con el impacto negativo nuestra deficitaria balanza de pagos.
El descalabro de la producción cafetalera agudiza el problema medio ambiental, la merma en las plantaciones han producido perdida de cobertura boscosa en las cuencas hidrográficas.

Esta situación afecta a pequeños productores, que representan entre un 85 y 90% de los productores locales, se ven sin su medio de sustento, teniendo que emigrar a las ciudades.

Retos

Hay que acometer con urgencia un plan de rescate cafetalero que enfrente la actual situación, impidiendo su agravamiento y asegure que en unos 5 años el repunte de un reglón básico para la vida social, económica y ambiental de República Dominicana.

Uno de los grandes retos que enfrenta el sector cafetalero dominicano es que se creen las condiciones para que los caficultores sigan en las montañas y esto sólo puede lograrse mejorando la calidad de vida de estos, que pasa necesariamente por mejorar sus ingresos.

La mejora en el ingreso tiene una relación directa con el alza de la productividad de las plantaciones, para lo que es recomendable realizar una serie de acciones tales como la renovación de los cafetales mediante la sustitución de las plantas viejas, por otras de mayor productividad, resistentes a la roya y facilitar al productor y su familia, el acceso a capacitaciones y asesoría técnica.

Tener otras actividades económicas, aparte del café, es importante para tener siempre un ingreso adicional realizando actividades económicas complementarias lo que permiten mejorar la calidad de vida de sus familias.

La crianza de ganadería menor (aves, conejos, cabras, cerdos) el cultivo de plantas de ciclo corto es una buena alternativa para mejorar los ingresos económicos de la familia y su alimentación.

El café necesita el impulso y el apoyo y el de las autoridades correspondientes para que 50 mil familias no abandonen el campo, vivan bien y sean guardianas de las aguas de las montañas. “Si hay café en las alturas habrá agua en las llanuras.”
 
El 10 de abril de 2013 con el decreto número 101-13,el Presidente de la República declaró de alto interés nacional el control de la roya del cafeto, en todas las fincas cafetaleras del País.

En el mismo  se instruye al Ministerio de Agricultura y al Consejo Dominicano del Café, para que procedan a dar inicio inmediato a un amplio programa nacional de manejo integrado de la roya del cafeto. creando la Comisión Nacional del Manejo Integrado de la Roya del Cafeto, como responsable de administrar este programa.

A dos años del Decreto 101-13, El Ministerio de Agricultura, el Consejo Dominicano del Café. El FEDA y otras instituciones con responsabilidad en el cultivo del Café deben ponerse a la altura de la circunstancias y hacer valer en todo el territorio nacional, lo fines perseguidos en este decreto


En el orden social, creo que es misión de los partidos, gremios y universidades y la prensa, ejercer  de veedores sociales , acompañando a las comunidades cafetaleras en la lucha por preservar la fuente de su sustento económico, base de su cultura y alcanzar mejoras significativas en su calidad de vida y de su entorno.

viernes, 3 de julio de 2015

3 de Julio aniversario Batalla de la Barranquita







Batalla de la Barranquita- Mao

El primero de Junio de 1916, los marines norteamericanos desembarcaron simultáneamente por Montecristi y puerto Plata, en la primera sin ninguna resistencia y en la segunda ante un fuerte encuentro con las tropas dominicanas que dirigía el Gral. Apolinar Rey.

Las tropas que desembarcaron en Montecristi estaban dirigidas por el Gral. de Brigada J. H. Pendleton, cuya misión era coincidir en Navarrete con las tropas que venían desde Puerto Plata, para desde allí avanzar a tomar la ciudad de Santiago.

Por donde pasaban los norteamericanos, sólo dejaban huellas de sangre y destrucción. Quemaban hogares, asaltaban comercios y fusilaban a los “sospechosos” que encontraban.

Mientras tanto, en el poblado de Mao, un grupo de buenos y verdaderos dominicanos se adiestraba para impedir el paso al enemigo en su penetración hacia el centro del Cibao.

En sesión extraordinaria de la noche del 5 de Junio el Ayuntamiento del municipio de Mao, declaró de duelo la común, mientras el enemigo estuviera pisoteando nuestro suelo.

El 25 de Junio de 1916, comenzó a rumorearse en Mao, que las tropas norteamericanas habían salido de Montecristi. De inmediato se convocó a una reunión en el edificio del correo para organizar “los  voluntarios”  que irían a detener el paso de las tropas de ocupación, que sería un punto estratégico del Camino Real.

El lugar escogido fue la Barranquita que es una elevación ubicada cerca de la carretera que conduce desde Mao a Guayacanes. Inmediatamente, grupos de hombres fusiles en manos comenzaron a formar pelotones. El comandante Carlos Daniel aportó 50 carabinas y 2,000 tiros.

Además de fusiles “Mauser” de uno y dos tiros, se contó con “Brogose” de un disparo y “Vegas Haitianas”.

Justo finalizando el mes de Junio de 1916, un pequeño ejército formado por aproximadamente 80 patriotas maeños, con armas gastadas por el tiempo, sale a hacerle frente a un ejército invasor de 200 hombres equipados con potentes y modernas armas; pero que los patriotas maeños acantonados en la Barranquita le demostrarían que todavía existían hombres dispuestos a dar su Vida por la soberanía Dominicana.

El 2 de Julio ya las tropas norteamericanas que avanzaban desde Montecristi, se encontraban en Laguna Salada y Los Pretiles, es decir, a sólo 10 Kilómetros de los héroes de la Barranquita que los esperaban aposicionados en profundas trincheras con el camino bloqueado por un enorme árbol de Baitoa a treinta metros de ellos, así como con 20 barriles de abejas dispuestos 10 de cada lado del camino por orden del Gral. Daniel y nuestra enseña tricolor, colocada por uno de los patriotas, que flotaba en las alturas.

En la mañana del lunes 3 de Julio de 1916, se produjo el esperado encuentro en la Barranquita. El grupo de patriotas comandado por el Gral. Carlos Daniel y el Capitán Máximo Cabral, hicieron resistencia heroica al ejército norteamericano que avanzaba desde Montecristi.

Al sonar el primer disparo sobre las tropas invasoras al grito de “Tiro poi ei caco” del jefe (Carlos Daniel), éstas rápidamente tomaron posiciones detrás del árbol grande que los dominicanos habían puesto en medio del camino para impedir el paso del enemigo, lo que le sirvió de protección. Muchos de ellos llegaron hasta donde estaban los barriles de abejas, que fueron alarmadas con los disparos dirigidos a propósito por los acantonados. Esta trampa fue
lo que más ayudó a que en esos momentos se desarrollara con más emoción este episodio histórico; pues, un buen número de norteamericanos, sin conocer este insecto, quedó en medio de las enojadas abejas, y mientras se defendían de las picaduras de los endiablados insectos, al mismo tiempo les llovían ráfagas mortíferas de los dominicanos.

Esta experiencia les hizo retroceder y pensar en nuevas tácticas para destruir el valeroso cantón que dirigían los intrépidos Carlos Daniel y Máximo Cabral,

Este último, quien en todo momento estuvo valientemente al frente de la contienda, fue uno de los primeros en caer; pues con su elegante uniforme azul oscuro su gorra al estilo soldado francés y su sable de rango, hizo crecer creer al enemigo que éste era la cabeza del grupo.

En la gesta de la Barranquita murieron los Maeños Máximo y Agustín Cabral, el inmortal restaurador Pancho Peña (con 80 años), el joven de tan solo 17 años Belarminio Rodríguez y el valeroso Magdaleno Zapata, entre otros.

Entre los patriotas, que marchaban al frente con la intención de detener el acoso del enemigo, se encontraban además, Isaías Gutiérrez con sus sobrinos, Lucas Evangelista, Francisco, Bernardo y Manuel Gutiérrez del poblado de Guayacanes, los hermanos Luis y Belarminio Rodríguez de la sección de Amina, los maeños Juan Infante, Máximo Muñoz, Luis Disla, Josesito Gómez, Piíto Villalona, Salomé Rosario y Luis Gutiérrez. También los valerosos Lucas
Guzmán, Alfredo Castro y Pablo Peña. Mención especial y aparte merece el intrépido Demetrio Frías, quien fue el patriota que puso a flotar la bandera dominicana en el escenario del combate, y que una vez hubo que abandonar el lugar, cuando ya estaban llegando al río Yaque, al percatarse de que la bandera había quedado abandonada, regresó él solo al campo de batalla y retiró la enseña tricolor para que ésta no fuera mancillada por la fuerza de ocupación. Todavía esa bandera se conserva con claras manchas de la sangre de este extraordinario patriota.

La Barranquita es un lugar sagrado que encarna los sentimientos más sublimes, patrióticos y nacionalistas de la época; un símbolo del heroísmo demostrado frente a una potencia extraña que nos invadía. Este cerro de sólo unos 60 metros de altura, representa la firmeza del dominicano en la defensa de la soberanía.

LOOR A LOS HÉROES Y MÁRTIRES DEL 3 DE JULIO HERÓICO!!!!!

Escrito por Efemérides Patrias
Foto: Batalla de la Barranquita- Mao
El primero de Junio de 1916, los marines norteamericanos desembarcaron simultáneamente por Montecristi y puerto Plata, en la primera sin ninguna resistencia y en la segunda ante un fuerte encuentro con las tropas dominicanas que dirigía el Gral. Apolinar Rey.
Las  tropas que desembarcaron en Montecristi estaban dirigidas por el Gral. de Brigada J. H. Pendleton, cuya misión era coincidir en Navarrete con las tropas que venían desde Puerto Plata, para desde allí avanzar a tomar la ciudad de Santiago.
Por donde pasaban los norteamericanos, sólo dejaban huellas de sangre y destrucción. Quemaban hogares, asaltaban comercios y fusilaban a los “sospechosos” que encontraban.
Mientras tanto, en el poblado de Mao, un grupo de buenos y verdaderos dominicanos se adiestraba para impedir el paso al enemigo en su penetración hacia el centro del Cibao.
En sesión extraordinaria de la noche del 5 de Junio el Ayuntamiento del municipio de Mao, declaró de duelo la común, mientras el enemigo estuviera pisoteando nuestro suelo.
El 25 de Junio de 1916, comenzó a rumorearse en Mao, que las tropas norteamericanas habían salido de Montecristi. De inmediato se convocó a una reunión en el edificio del correo para organizar “los voluntarios” que irían a detener el paso de las tropas de ocupación, que sería un punto estratégico del Camino Real. El lugar escogido fue la Barranquita que es una elevación
ubicada cerca de la carretera que conduce desde Mao a Guayacanes. Inmediatamente, grupos de hombres fusiles en manos comenzaron a formar pelotones. El comandante Carlos Daniel aportó 50 carabinas y 2,000 tiros.
Además de fusiles “Mauser” de uno y dos tiros, se contó con “Brogose” de un disparo y “Vegas Haitianas”.
Justo finalizando el mes de Junio de 1916, un pequeño ejército formado por aproximadamente 80 patriotas maeños, con armas gastadas por el tiempo, sale a hacerle frente a un ejército invasor de 200 hombres equipados con potentes y modernas armas; pero que los patriotas maeños acantonados en la Barranquita le demostrarían que todavía existían hombres dispuestos a dar su Vida por la soberanía Dominicana.
El 2 de Julio ya las tropas norteamericanas que avanzaban desde Montecristi, se encontraban en Laguna Salada y Los Pretiles, es decir, a sólo 10 Kilómetros de los héroes de la Barranquita que los esperaban aposicionados en profundas trincheras con el camino bloqueado por un enorme árbol de Baitoa a treinta metros de ellos, así como con 20 barriles de abejas dispuestos 10 de cada lado del camino por orden del Gral. Daniel y nuestra enseña tricolor, colocada por uno de los patriotas, que flotaba en las alturas.
En la mañana del lunes 3 de Julio de 1916, se produjo el esperado encuentro en la Barranquita. El grupo de patriotas comandado por el Gral. Carlos Daniel y el Capitán Máximo Cabral, hicieron resistencia heroica al ejército norteamericano que avanzaba desde Montecristi.
Al sonar el primer disparo sobre las tropas invasoras al grito de “Tiro poi ei caco” del jefe (Carlos Daniel), éstas rápidamente tomaron posiciones detrás del árbol grande que los dominicanos habían puesto en medio del camino para impedir el paso del enemigo, lo que le sirvió de protección. Muchos de ellos llegaron hasta donde estaban los barriles de abejas, que fueron alarmadas con los disparos dirigidos a propósito por los acantonados. Esta trampa fue
lo que más ayudó a que en esos momentos se desarrollara con más emoción este episodio histórico; pues, un buen número de norteamericanos, sin conocer este insecto, quedó en medio de las enojadas abejas, y mientras se defendían de las picaduras de los endiablados insectos, al mismo tiempo les llovían ráfagas mortíferas de los dominicanos.
Esta experiencia les hizo retroceder y pensar en nuevas tácticas para destruir el valeroso cantón que dirigían los intrépidos Carlos Daniel y Máximo Cabral.l. Este último, quien en todo momento estuvo valientemente al frente de la contienda, fue uno de los primeros en caer; pues con su elegante uniforme azul oscuro  su gorra al estilo soldado francés y su sable de rango, hizo crecer  creer al enemigo que éste era la cabeza del grupo.
En la gesta de la Barranquita murieron los Maeños Máximo y Agustín Cabral, el inmortal restaurador Pancho Peña (con 80 años), el joven de tan solo 17 años Belarminio Rodríguez y el valeroso Magdaleno Zapata, entre otros.
Entre los patriotas, que marchaban al frente con la intención de detener el acoso del enemigo, se encontraban además, Isaías Gutiérrez con sus sobrinos, Lucas Evangelista, Francisco, Bernardo y Manuel Gutiérrez del poblado de Guayacanes, los hermanos Luis y Belarminio Rodríguez de la sección de Amina, los maeños Juan Infante, Máximo Muñoz, Luis Disla, Josesito Gómez, Piíto Villalona, Salomé Rosario y Luis Gutiérrez. También los valerosos Lucas
Guzmán, Alfredo Castro y Pablo Peña. Mención especial y aparte merece el intrépido Demetrio Frías, quien fue el patriota que puso a flotar la bandera dominicana en el escenario del combate, y que una vez hubo que abandonar el lugar, cuando ya estaban llegando al río Yaque, al percatarse de que la bandera había quedado abandonada, regresó él solo al campo de batalla y retiró la enseña tricolor para que ésta no fuera mancillada por la fuerza de
ocupación. Todavía esa bandera se conserva con claras manchas de la sangre de este extraordinario patriota.
  La Barranquita es un lugar sagrado que encarna los sentimientos más  sublimes, patrióticos y nacionalistas de la época; un símbolo del heroísmo demostrado frente a una potencia extraña que nos invadía. Este cerro de sólo unos 60 metros de altura, representa la firmeza del dominicano en la defensa de la soberanía.
LOOR A LOS HÉROES Y MÁRTIRES DEL 3 DE JULIO HERÓICO!!!!!
Escrito por Efemérides Patrias

miércoles, 1 de julio de 2015

Honrar a Bosch es asociarlo a la justicia social, al Estado de Derecho, a la lucha anti imperialista y por la Soberanía Nacional.

 
 Juan Bosch es Revolución
 
Honrar a Bosch es asociarlo a la justicia social, al Estado de Derecho, a la lucha anti imperialista  y por la Soberanía Nacional.

Juan Bosch debe ser recordado como un Patriota, que sirvió con todas sus fuerzas a la causa de la redención del Pueblo.
Juan Bosch es el ideal al que debemos acercarnos con nuestro pensamiento y acciones políticas.
La carta de ruta es el BOSCHISMO.

Juan Bosch hasta 1961 fue un luchador anti trujillista, empeñado en derrocar la tiranía que oprimía a los dominicanos.

A partir del 1965 Bosch fue un intelectual revolucionario que consagró su vida a la lucha por transformar RD en un País. próspero, justo, solidario, soberano, libre y feliz.
El Prof. Juan Bosch enfatizó dentro de su pedagogía política en distinguir la táctica y la estrategia y nos decía que la táctica no debe ahogar la estrategia y que la estrategia es superior a la táctica.
Bosch abandonó el PRD al darse cuenta que con esa organización no podía hacer realidad la Liberación del Pueblo Dominicano, sus argumentos fueron contundentes al hacer una radiografía de lo que era ese partido y al servicio de quien estaba, por eso fundó  el PLD con la misión de "Continuar la obra de los PADRES FUNDADORES".
El PLD cumple este 16 de agosto 15 años de ocupar la Presidencia de la República, en 1996 se comenzó la titánica labor de Reformar y Modernizar el Estado Dominicano para ponerlo en condiciones de acometer la más grande transformación político social de RD y hacer realidad el Estado Democrático Social y Solidario de Derecho.
La Batalla ha sido dura, no es fácil terminar con 500 años de ignominia de un plumazo; quienes se han beneficiado de la situación de injusticias y opresión que crea pobreza y desigualdad se resisten a aceptar el imperio del estado de derecho y la justicia social y  toda medida que tienda a crear espacios de oportunidades y desarrollo y bienestar para las mayorías.
El PLD y los Peledeistas debemos distinguirnos por el ideario y mística , diferenciarnos por la forma y manera de hacer política y destacarnos por la defensa del estado de derecho garantizando oportunidades de bienestar para todos.
Crear mayorías electorales es un acción de inteligencia política, ganar en el 16 es un imperativo, RECORDEMOS SIEMPRE QUE LAS ELECCIONES SON UN MEDIO, NO UN FÍN EN SÍ MISMAS... Hoy y siempre el PLD debe honrar al Maestro, líder y Guía, trabajar para hacer realidad nuestro objetivo estratégico: La Liberación Nacional.
Recuperemos el tiempo perdido, mejor dicho, el tiempo robado a la democracia y el bienestar de todos por los golpistas del 1963.
¡Juan BOSCH es Revolución!

http://www.pldaldia.com/nuestropartido.htm