lunes, 9 de agosto de 2010

Manatí en su habitat

Discurso de Juan Bosch en ocasión del Centenario de la Restauración

Discurso de Juan Bosch en ocasión del Centenario de la Restauración.
Discurso del Presidente Juan Bosch en Capotillo, el 16 de agosto de 1963, con motivo de la celebración del Centenario del inicio de la Guerra de Restauración
Hace cien años, entre la medianoche y el amanecer del 15 al 16 de agosto, catorce héroes entre los cuales uno no ha dejado su nombre a la Historia y otro era español, entraron en este lugar de Capotillo español a comenzar la Guerra Restauradora.
La República había pasado a ser colonia española, un año y cinco meses antes de este 16 de agosto, es decir, el 18 de abril de 1861, habían llegado a tierra dominicana las primeras fuerzas españolas.
España era, por esos días, una de las potencias militares más grandes y aquí, en la vecindad de nuestro país, en el vecindario de mar y de islas, tenía a un lado a Cuba y a otro lado a Puerto Rico, desde donde podía en cualquier momento, enviar fuerzas poderosas a esta tierra dominicana.
Sin embargo, nuestro pueblo que no había participado en el hecho histórico de que la República dejara de ser República para pasar a ser territorio dependiente de España, ese pueblo nuestro no había medida el poderío español, no le importaba cuántos cañones, ni cuántos barcos de guerra, ni cuántos miles de hombres, ni cuántos oficiales bien preparados podían combatir aquí contra ellos, es decir, contra el pueblo.
Y desde el momento mismo en que Pedro Santana, hasta entonces Presidente de la República Dominicana, declaró que esta República dejaba de ser República para ser colonia española, desde ese momento el pueblo dominicano comenzó a combatir para restaurar su República.
Y hubo, entre el 18 de marzo y el 16 de agosto, muchos mártires; y hubo preparado un gran movimiento que debió haber comenzado el 27 de febrero de 1863, y que fracasó cuatro días antes porque uno de los que estaban en el secreto, habiendo bebido más de la cuenta, habló, y las autoridades españolas supieron a tiempo que ese movimiento iba a comenzar el 27 de febrero.
Entre los catorce hombres del 16 de agosto – en la noche del 15 al 16 – que en las sombras de la noche entraron en nuestro país por este lugar que entonces se llamaba Capotillo Español, doce por lo menos habían tomado parte en el movimiento fracasado del 27 de febrero.

UNA DERROTA
En la vida de los hombres de acción, sean guerreros, libertadores, sean políticos, sean agricultores, sean industriales, una derrota no significa sino eso: una derrota. Pero el año tiene 365 días y a la derrota de hoy pueden seguir 364 victorias, y por eso al hombre de acción, sea guerrero o libertador, sea político, sea agricultor, sea industrial, no se derrota nunca mientras está vivo.
Los dominicanos que comenzaron aquí la guerra restauradora, dan un ejemplo de ello. Habían tenido que huir unos meses antes, pero a partir del 16 de agosto, de ellos huyeron los españoles, ellos no volvieron a huir más, y desde aquí fueron de triunfo en triunfo, pasando por los incendios de Guayubín, y de Santiago, y de Moca, hasta volver a colocar la bandera de la cruz blanca en el Homenaje de la capital de la República, en señal de que habían restaurado esta Patria que Pedro Santana entregó, y que ellos rescataron y devolvieron al mundo de las naciones libres.
La guerra restauradora es el acontecimiento histórico más importante de la República Dominicana. Y es el más importante porque en él tomó parte directa, activa y principal el propio dominicano. No fue una guerra hecha por caudillos, fue una guerra hecha por el pueblo.
La guerra, como es claro, hizo caudillos a los que probaron durante los catorce meses de la acción que eran más bravos, más capaces y más desinteresados al servicio de la causa de la libertad. Pero la guerra
fue hecha por el pueblo, a tal extremo de que entre los presos del 27 de febrero del 1863 en Santiago, los había peones y sastres, y zapateros, y las armas con que contaban eran especies arrancadas de las cercas de los campos, piedras y pedazos de madera que habían afilado como lanzas.
El pueblo fue el que entró en Santiago en septiembre, a principios de septiembre, a miles de hombres para sitiar la ciudad y quemarla antes que dejarla esclava en manos españolas. Del pueblo, de esa lucha de catorce meses contra un ejército bien disciplinado y bien equipado, salieron hombres de la categoría de Gregorio Luperón; salieron hombres que desde 1865 hasta el final del siglo pasado, gobernaron en este país y lo hicieron progresar de manera asombrosa, porque la guerra restauradora no fue solamente una guerra para libertar a la República Dominicana y para restaurarla, sino que fue una guerra revolucionaria, y después que terminó, y los hombres que la dirigieron alcanzaron el poder, de esa guerra salieron ferrocarriles, y los cables interoceánicos, y los vapores y la luz eléctrica, y los centrales azucareros, las primeras manifestaciones de verdadero progreso que tuvo la República Dominicana.
Si esa guerra dio grandes hombres y produjo una revolución, y después se agotó para terminar en una tiranía, que fue la tiranía de Ulises Heureaux, a quién el pueblo llamaba Lilís, la responsabilidad de ese agotamiento y de esa tiranía final no puede caer sobre los hombros de quienes hicieron la guerra en Capotillo y la convirtieron después en un régimen progresista. Así como la responsabilidad mayor de la guerra estuvo en el pueblo, la responsabilidad mayor del fracaso del régimen político que produjo la Restauración, está también en el pueblo, porque una democracia no se sostiene si no hay un pueblo que la practique y la defienda; no puede surgir un tirano donde haya un pueblo dispuesto a defender la libertad.
GRATITUD
Hoy, a cien años de distancia, estamos aquí rindiendo homenaje a los héroes de Capotillo y somos conscientes de que si estamos en este momento hablando ante ustedes y ante la representación del ejército restaurador, que está ahí en frente, y ante todo el país que nos escucha, lo debemos también a los restauradores, porque si ellos no hubieren hecho libre esta República, el pueblo no hubiera sido libre para elegir libremente un gobierno constitucional.
Es así como a la distancia de cien años el árbol que ellos sembraron está dando frutos. Frutos tardíos, porque en este país no debió de haber ocurrido nunca, después de esa guerra de tantos sacrificios, de esa guerra tan heróica, de esa guerra tan hermosa, no debió de haber ocurrido nunca, repetimos, que el pueblo perdiera su libertad y que tuviera que celebrar, como si se tratara de un nacimiento de la Patria otra vez, el nacimiento de esa libertad y el ejercicio del derecho democrático, que le permite cada cuatro años decir: “A este queremos que nos gobierne, y no aquel, ni aquel otro, ni al de más allá”. Sin esa facultad, sin la facultad de elegir libremente, no hay soberanía popular, y su no hay soberanía popular, la democracia es una mentira.
La guerra restauradora la hizo el pueblo, y el pueblo ha tardado cien años en poder ir libremente a las urnas para escoger a quien él haya querido – el mejor o el peor, no importa – pero a quien él haya querido.
Cien años parece un tiempo muy largo. Si hubiéramos podido hacer esto desde entonces hasta hoy, con la riqueza de nuestra tierra, con la inteligencia natural de nuestro pueblo, con la bondad natural del pueblo, con la decencia natural del pueblo y con los hombres de extraordinaria capacidad, en todos los campos, que hemos dado, este país estaría hoy a la cabeza de los países de su tamaño de América Latina. No lo estamos, desdichadamente, pero tenemos que estarlo, debemos alcanzarlo.
La bandera de la cruz blanca flota en cielo libre pero no tiene todavía el lugar que le corresponde en este concierto de países latinoamericanos. No lo tiene, porque nuestro pueblo no ha podido alcanzar la posición que él desea y la posición que puede conquistar, si traba y es capaz de seguir el ejemplo de los catorce hombres que entraron por Capotillo Español para restaurar la libertad de la República.
DOMINICANOS
Esta no es hora de hablar de los sucesos políticos actuales. Esta es la hora de pensar unidos, en silencio y con gratitud en el ejemplo de los hombres gracias a los cuales nosotros podemos reunirnos hoy aquí, y nosotros podemos llamarnos dominicanos.
Ellos se unieron resuelta y válidamente ante un enemigo poderoso; los dominicanos deben unirse y luchar resuelta y valientemente contra la miseria, contra la ignorancia, contra la maldad, contra la enfermedad.
Ellos conquistaron la libertad nacional para todos los dominicanos y nosotros tenemos que darle a esa libertad nacional la sustancia necesaria para que nuestro pueblo pueda sentarse en primera fila entre los pueblos libres de América y pueda sentarse con justificado orgullo. Esa sustancia es la justicia social.
Cien años después de la lucha en acción el pueblo ha seguido uno detrás de otro, el obrero del campesino y el campesino del agricultor y el agricultor del abogado y el abogado del comerciante, el pueblo entero unido restauró esa República. Si no cumplimos con el deber de engrandecerla, luchando, enriqueciéndola, para que podamos disfrutar todos la libertad que ellos crearon y la justicia social que Dios, que está en los Cielos, demanda para los hombres 

Harry Potter leyó a Aristóteles

Harry Potter leyó a Aristóteles

Un libro de un profesor de filosofía italiano profundiza en las claves de la sabiduría del mayor best-seller de todos los tiempos

PEIO H. RIAÑO MADRID 09/08/2010 07:56 Actualizado: 09/08/2010 08:31
Harry Potter leyó a Aristóteles.

Harry Potter leyó a Aristóteles.

Ya no hay nadie como Harry Potter. No es violento, siempre que acude a enfrentarse con el mal camina desarmado; evita causar heridas mortales incluso a los enemigos que quieren darle paseíllo; lucha por las causas ajenas y el reconocimiento del extraño; se ha hecho a sí mismo, define su destino; se expone incondicionalmente a la muerte; obvia la comodidad de las reglas morales cuando persigue un acto ético que ayudará al resto; cree en el poder de las palabras; y siente miedo como todos, pero es valiente porque sabe enfrentarse a lo que teme.
Si Aristóteles hubiera conocido a Harry Potter habría estrechado la mano del héroe con el que soñaba, ese tipo capaz de exponerse al dolor y a la muerte, de asumir que no hay valor sin el riesgo absoluto de la muerte. Enfrentarse, como escribió el filósofo griego en la Ética Eudemia, "al dolor destructor, letal". Aristóteles lo enunció y la escritora J. K. Rowling lo puso en práctica: para tener valor hay que ser capaces de tener miedo, porque el valor es un modo de experimentar el miedo como capacidad de resistirlo.
El sabio griego tampoco conoció al filósofo italiano Simone Regazzoni, para el que la disciplina a la que se dedica debería "ocuparse de las series de televisión", como ya lo hace del cine o del arte contemporáneo. Regazzoni defiende el lado más pop de la filosofía. ¿Que qué lado es ese? Aquel hacia el que viran los filósofos que, hartos de no tener eco en la sociedad, apuestan por la divulgación y buscan un motivo de atracción para los lectores que no leen.
‘Harry Potter’ es el libro más leído en Guantánamo después del Corán 
Así es como se camina del texto científico al arte de vivir. "Si quiero que la gente lea mis libros, tengo que presentar mis pensamientos de manera que sean fáciles de entender para todo el mundo. Es la idea básica de la ilustración, que todo el mundo tenga la oportunidad de participar de un discurso intelectual", reconoce el filósofo Wilhelm Schmid, uno de los pensadores con más tirón en Alemania, que ha publicado recientemente en España La felicidad, en la editorial Pre-Textos.
Los tiempos han cambiado, los filósofos se adaptan, están más preocupados por el ritmo de lectura que por el conocimiento, aprovechan los productos de masas para avivar el pensamiento y, precisamente, la saga creada por J. K. Rowling es uno de los mejores escaparates, posiblemente el best-seller más grande de la historia. De hecho, según el Pentágono, Harry Potter es el libro más leído en Guantánamo, después del Corán. 
Para Simone Regazzoni, de quien la editorial Duomo publicará en la primera semana de septiembre el ensayo Harry Potter. La filosofía. Fenomenología de un mito pop, "la cultura de masas, o cultura pop, con sus historias y sus mundos, es hoy un campo imprescindible para el ejercicio del antiguo y noble amor a la sabiduría". 
La filosofía se ha vuelto descarada. La filosofía se ha vuelto pop para tratar asuntos en apariencia insustanciales, como Dr. House o Perdidos, dos de las últimas series que este profesor italiano de la Universidad Católica de Milán ya desmigó para "trabar una amistad filosófica con sus personajes". En este caso los protagonistas viven en el mundo del texto, en un mundo de hechizos, lo que no quita para que "la literatura fantástica, con sus mundos, se oponga a la presunta realidad, porque es una de sus dimensiones". Veámoslo. 

Contra la normalidad

Harry, un ser anormal, busca amparo en otro mundo
En el mundo mágico, Harry es un individuo excepcional; en el mundo real -cuya máxima expresión son los Dursley, la familia que lo acoge- pasa por ser un peligro, alguien que debería estar internado en el Centro de Seguridad de San Bruto para Delincuentes Juveniles Incurables, tal y como le amenaza esta peculiar familia. Simone Regazzoni apunta en este sentido que "la magia es una fuerza disidente" y que, por lo tanto, el mundo mágico es una amenaza para el orden constituido. "Todo lo fantástico es ruptura del orden reconocido, irrupción de lo inadmisible en la inalterable legalidad cotidiana", en cita del escritor, sociólogo y crítico literario francés Roger Caillois, que recoge Simone Regazzoni en su libro.
Rowling recuerda que tenemos el derecho y la posibilidad de existir en más de un mundo 
Harry no se ajusta al mundo real y busca otro en el que existir (el de Hogwarts), como en toda buena novela de formación. En ese sentido, Simone Regazzoni señala que la saga ideada por la autora inglesa muestra que aprender a vivir es aprender a pasar de un mundo a otro. El filósofo, dramaturgo y novelista Alain Badiou confirmó esta doble residencia, porque si estuviéramos atados solo a uno, "la existencia sería penosa". Rowling parece recordar que tenemos la posibilidad y el derecho a existir en más de un mundo. Uno de ellos es el que se puede leer.

Contra la superstición

Los magos no tienen ordenadores, pero hechizan
La magia se puede considerar sustituto de los instrumentos técnicos. En el mundo de Harry Potter, una escoba es una aeronave y una varita mágica, una pistola. En nuestro mundo, se utiliza la tecnología al alcance sin conocer realmente por qué ni cómo funciona, con una entrega y confianza tan ingenua que se podría comparar con los hombres que creían en la eficacia de la magia. 
Las creencias de que la hechicería pone en evidencia el atraso de las poblaciones que las practican, no es más que la evidencia de una actitud sumamente etnocéntrica. Es más, ¿qué es usar el lenguaje si no construir un mundo, como un juramento o una fórmula mágica? "Los libros de Harry Potter inspiran confianza en el poder de las palabras", escribe Simone Regazzoni para aclarar que el ejercicio de la magia en la saga es un ejercicio de palabra. La prueba: la eficacia de los hechizos del joven mago requiere la máxima precisión. "La magia es una fórmula lingüística en Harry Potter".

Contra la comodidad

Potter se salta las reglaspor el bien común
J. K. Rowling le hace decir a Dumbledore a sus estudiantes: "Recordad a Cedric. Recordadlo si en algún momento de vuestra vida tenéis que optar entre lo que está bien y lo que es cómodo, recordar lo que le ocurrió al muchacho que era bueno, amable y valiente, porque se cruzó en el camino de Lord Voldemort". La escritora no sitúa el debate entre el bien y el mal, sino entre lo que está bien y lo que es cómodo. Lo cómodo, parece decir la autora, es lo que se queda en las reglas.
"‘Harry Potter’ inspira confianza en el poder de las palabras", dice Simone Regazzoni 
"Esta contraposición rompe los esquemas clásicos de la moral", cuenta Regazzoni. "El sujeto tiene que ser capaz de romper con lo que es cómodo para producir un acto ético". Para el filósofo italiano, la ética es "algo más", otra cosa distinta, que el buen comportamiento social, "conformista, dispuesto a respetar las reglas y cumplir las leyes". Describe a Harry Potter como un rebelde con la virtud de ser un obstinado en estar por encima de las reglas, y le deja en el centro de la codicia del liberal inconformista. Lo confirma el personaje de Snape cuando le dice a Potter: "Tu padre tampoco respetaba mucho las normas. Las normas eran para la gente que estaba por debajo, no para los ganadores de la copa quidditch".
El propio Regazzoni está de acuerdo en que si hay razón de Estado, se haga: "Ese algo más y distinto de la ley es lo que debe tratar de producir el acto ético, aun a costa de saltarse las reglas y las leyes". De esta manera, con estos actos éticos en busca del bien común, es como los Estados democráticos, amparándose en el caso de emergencia frente, por ejemplo, al terrorismo, se saltan el Gobierno constitucional y el Estado de Derecho.
El filósofo pop insiste en este argumento: "Un acto ético que vaya más allá del simple deber moral. Por ejemplo, la opción de combatir, de pasar a la clandestinidad, de organizar la resistencia contra Voldemort y los mortífagos". Eso es superar lo cómodo. Para el polémico Regazzoni los libros de Harry Potter nos dicen, con claridad y radicalidad, que "sólo hay ética cuando un sujeto supera los límites del simple deber. Porque no hay nada ético en limitarse a hacer lo que es debido". 

Contra la muerte

Harry, un personajeque escapa al destino
La fuerza de los libros de Harry Potter", la que ha sacado a millones de lectores del mundo normal, radica justamente para el profesor italiano en la "capacidad de esta serie de novelas para poner en acto, de un modo insólito y vigoroso, la verdad de un mundo". Y así es como arriba en la interpretación de la valentía, el riesgo, la muerte y el miedo, que hace a partir de la saga.
La escritora no sitúa el debate entre el bien y el mal, sino entre el bien y lo cómodo 
Harry Potter es el héroe que se expone incondicionalmente a la muerte, porque es capaz de aceptar que debe morir. "Como valiente sabe enfrentarse a aquello a lo que le da miedo", explica Simone Regazzoni. Pero ¿cuál es esa "verdad de un mundo" dibujada por la fantasía de Rowling? ¿Dónde se encuentran los actos valerosos? ¿Quién toma decisiones a vida o muerte en su rutina, como hace el joven mago Harry Potter? ¿Quién se prepara para su propia muerte?
Hasta el momento, ya hemos comprobado cómo el pequeño mago es un rebelde que se salta las reglas morales del Estado constitucional aceptando que va a morir. Harry Potter es poco menos que un nihilista, en este dibujo del maestro italiano. Pero a nuestro héroe todavía le falta una virtud más, determinante para su libertad. El libre albedrío de Harry Potter no se atreve a tocarlo nadie, ni siquiera su propia creadora, que introdujo la crítica a la predestinación a partir de la fórmula de la profecía autocumplida.
"No olvides nunca que la predicción de la profecía sólo tiene valor porque Voldemort se lo concedió", le explica Dumbledore a Harry. De esta manera es como el niño se convierte en el máximo enemigo del Tenebroso, por miedo, no por santa escritura. Así es como el niñodeja de serlo para convertirse en un adulto: al ver su muerte y la de su enemigo.