jueves, 21 de septiembre de 2017

Obligación cívica: Construir una RD menos vulnerable





Obligación cívica: Construir una RD menos vulnerable
 

En los últimos cuatro años nuestro país ha sido impactado por ocho eventos atmosféricos, tres huracánes y cinco tormentas tropicales, dejando grandes daños. La capacidad de respuesta de la sociedad es clave para la reducción de riesgos ante los desastres naturales.

Estos fenómenos representan una amenaza para el país debido a las lluvias, desbordamiento de ríos, arroyos, cañadas, inundaciones repentinas, deslizamientos de tierra, caídas de árboles y daños a viviendas que provoca, nos obliga a estar capacitados para resistir los embates y tomar las medidas apropiadas a cada momento.

Es importante desarrollar un protocolo permanente cuyo objetivo concreto sea la reducción, previsión y control de los factores de riesgo, Amenazas y Vulnerabilidad.

Se llama vulnerabilidad a la probabilidad de que una comunidad humana, expuesta a una amenaza natural, pueda sufrir daños personales y materiales.
Amenaza es cualquier factor externo de riesgo con potencial para provocar pérdida de vidas, daños sociales, ambientales y económicos en una comunidad durante determinado periodo de tiempo.

Las autoridades, las comunidades y las familias deben motorizar mecanismos para la prevención y mitigación de desastres y activar planes de contingencia; para que las próximas temporadas nos encuentren preparados.

Debemos tomar conciencia en aras de reducir la alta vulnerabilidad que tenemos, emprendiendo las acciones pertinentes para ello: Ordenamiento Territorial, forestación intensiva y extensa, aplicación Ley 64-00, acelerar reducción de la pobreza y la desigualdad.

Los impactos de las lluvias y vientos pueden ocasionar desastres, si se combinan con situaciones agravantes como la alta deforestación, asentamientos humanos vulnerables, territorio con alta degradación usos del suelo de forma caótica e irracional, sistemas de drenaje pluvial inadecuados o inexistentes.

Estudios señalan que alrededor de un 68% del territorio en República Dominicana es propenso a deslizamientos de tierra y a inundaciones.
Años tras años, la combinación de las amenazas naturales con la realidad social, económica y ambiental de las poblaciones de los países de América Latina y el Caribe ocasiona numerosos desastres.
Sólo en la provincia de Santiago más de 30 mil familias viven en zonas de peligro.

Estar alertas y preparados para que ninguna eventualidad nos encuentre desprevenidos, implica estar conscientes del nivel de seguridad de nuestras comunidades y viviendas y si procede, reforzar los puntos vulnerables. Es primordial; Conocer cuáles son las amenazas y riesgos a los que estamos expuestos en nuestra comunidad.

Si bien las sociedades no son responsables de los fenómenos meteorológicos sí deben ser responsables de la prevención de sus efectos y la minimización de los riegos, mediante una oportuna y efectiva Gestión de Riesgos.

Debe imponerse un nuevo enfoque, el cual además de dar respuesta a los desastres impulsa actividades encaminadas a anticiparse a y mitigar los probables efectos de potenciales desastres.

Gestión del Riesgo es la reducción anticipada de los impactos negativos que podrían generar los desastres en el futuro. Es el proceso de identificar, analizar y cuantificar las probabilidades de pérdidas que pueden originarse, para con ello emprender las acciones preventivas, correctivas y reductivas correspondientes.

La reducción de riesgos ha de ser tema de alta prioridad de las políticas públicas en República Dominicana. El Estado debe garantizarle protección a la población, especialmente a los sectores más vulnerables expuestos al impacto de los desastres naturales.

Años tras años los fenómenos atmosféricos nos señalan vulnerabilidades, que es preciso ir reduciendo. Las lluvias torrenciales y los fuertes vientos sobre el territorio nacional traen graves consecuencias: cuantiosos daños materiales, pérdida de vidas y desplazamiento de miles de personas entre otros.

A pesar que desde hace décadas expertos e instituciones despliegan esfuerzos en pro de implantar la cultura de Gestión de Riesgos, asombra la incapacidad de reflexión de nuestra sociedad, muy pocos se refieren a las causas de los desastres y no se toman medidas para evitar que se repitan 

estos lamentables acontecimientos.

Alertas y decididos, reduzcamos las vulnerabilidades.

¡Salgamos del círculo vicioso que nos aleja del desarrollo!

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